El relato ganador
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Al final lo conseguí. Gané el certamen literario con el relato que presenté el año anterior aunque modifiqué el nombre del título, le añadí dos páginas al principio, un final distinto y conseguí que la protagonista tuviera alma de mujer.
Por cierto, también le cambié el nombre a su amiga y el asesinato que ambas perpetraron fue solo un sueño, así que, el marido siguió vivo, aunque sin reconciliarse.
Cuando se lo pasé a mi mujer le encantó aunque me dijo que el título no le gustaba, tampoco el nombre de la amiga de la protagonista. Me corrigió varias faltas de ortografía, muchas comas, unos cuantos puntos, me añadió algunas comillas y tuvo la licencia de añadir un párrafo completo antes del sueño. También escribió unas líneas como epílogo, por lo demás el relato era magnífico, aunque ella hubiera asesinado al marido.
Con sus puntualizaciones, sus sugerencias y sus añadidos lo volví a pasar a limpio y se lo envié a mi hermano para que opinara sobre el resultado. Me dijo que lo leyó de corrido, que se notaba que lo había escrito con el corazón, que le recordaba la protagonista a una profesora de Instituto que ambos tuvimos en Torremolinos, así que me sugirió darle el nombre de ella al personaje estelar, él hubiera perdonado a Eva (ya daba por hecho que me había inspirado en nuestra tutora de segundo de BUP) y entre las dos amigas habrían sorprendido al hombre de sus vidas, porque ambas estaban enamoradas de él. Para acabar redactó una pequeña introducción.
Cambié el nombre, tecleé las páginas de más e imprimí el relato. Lo llevé a casa de mi compañero Eusebio, lector empedernido y editor último de mis escritos. Me invitó a una cerveza y se comprometió a leerlo en cuanto me marchara.
No sabía si me estaba dando largas o realmente estaba ansioso por empezar con la crítica. Supongo que serían ambas cosas. El caso es que al llegar a casa me di cuenta que había recibido un correo de él.
“Querido Antonio: Gracias por compartir conmigo todo lo que escribes. Muy bonita historia, admiro la capacidad que tienes para manejar la intriga haciendo que surja una sonrisa en cada página. Sin duda lo mejor la introducción y el epílogo, aunque el párrafo anterior al sueño tampoco tiene desperdicio. Espero que tengas suerte”.
Yo sabía que mi relato era magnífico, de principio a fin. Había sido fruto de la constancia, algo de buena suerte (coincidió una antigua profesora en el jurado, precisamente Eva) y una pizca de ayuda. En definitiva: aquella obra era demasiado para mí, aun así, supe desde el primer momento que lo conseguiría.
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Antonio Villalba Moreno