Elia Kazan: la construcción del personaje – Pedro García Cueto

Elia Kazan: la construcción del personaje – Pedro García Cueto

Elia Kazan: la construcción del personaje

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Si ha habido un director en la historia del cine que haya sabido construir un personaje, el cual nos dejase huella, ése ha sido Elia Kazan. Una simple mirada a algunos de sus protagonistas nos desarma, Terry Malloy en La ley del silencio, Stanley Kowalski en Un tranvía llamado deseo, Monroe Stahr en El último magnate o Emiliano Zapata en Viva Zapata.

Kazan nació en Constantinopla (hoy Estambul) el 7 de septiembre de 1909, en el seno de una familia perteneciente a la minoría griega residente en Turquía. Su familia emigró pronto a Berlín, desde donde se dirigieron en 1913 a los Estados Unidos, donde residía su tío, que trabajaba en Nueva York como comerciante de alfombras. El éxito de la familia en el negocio de las alfombras posibilitó que se instalasen en una zona mejor, en la periferia de la ciudad de Nueva York, en la New Rochelle.

El padre autoritario marca la vida de Kazan y es un reflejo, sin duda alguna, de sus personajes, el James Dean de Al este del Edén vive una situación semejante, el Marlon Brando de La ley del silencio vive ese hieratismo de la soledad, de haber sufrido en la infancia. Para Kazan, la infancia representa una época de gran relevancia, que le lleva a plasmarla en sus películas, como en la famosa América, América.

Entró en el Williams College, en el Estado de Massachusetts, gracias a la decisión de su madre de echar la instancia, pese al desconocimiento del padre, que quería que Kazan siguiera en el negocio familiar.

El centro de estudios, prestigioso, no fue motivo de perfecta integración para Elia, ya que los chicos eran de nivel social más alto que el suyo, aún así se graduó con un major en inglés. Al terminar sus estudios, para evitar volver al hogar paterno y seguir el negocio familiar, Kazan acompaño a su amigo Alan Baxter a la Escuela Dramática de la Yale Univesity, allí pasó el futuro director dos años estudiando producción.

Con este comienzo en el mundo del teatro, su posterior entrada en el Group Theatre (donde estaban los que serían luego grandes amigos de Kazan y artífices del Actor´s Studio, Lee Strasberg, Harold Clurman y Cheryl Crawford).

Lo que resulta muy curioso, en otro nivel, el ideológico, que Kazan se convirtiese en militante activo del Partido Comunista en 1934, conociendo (como todo el mundo del cine sabe) que fue un delator de compañeros en el tristemente célebre período de la Caza de Brujas.

La llegada al mundo del cine vino en 1934, cuando colaboró con Ralph Steiner, fotógrafo cercano al Group Theatre, en la realización de dos cortometrajes de corte radical, Café Universal y Pie in the Sky.

No abandonó Elia la labor con el Group Theatre y fue actor en varias de las obras que montó la compañía: Paradise Lost (1935), The Case of Clyde Griffiths (1936), Johnny Johnson (1936) y Golden Boy (1937).

Tras unos años trabajando en el teatro, llegó Hollywood y su debut con la película Lazos humanos, en 1945. Con este comienzo, empezó una gran carrera como director que quedó ensombrecida, desgraciadamente, por lo ocurrido en los años cincuenta, cuando el senador McCarthy inició la llamada «caza de brujas» a los comunistas en el cine americano, Kazan se vio implicado y quedó para siempre señalado por las delaciones que hizo de compañeros de profesión. Lejos de ese mal comportamiento ético, estamos ante un director de primera, que ha sabido tratar como muy pocos las sutilezas y las psicologías de algunos personajes memorables, como comento a continuación.

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Blanche DuBois y Stanley Kowalski en Un tranvía llamado Deseo

Pocas películas han creado una atmósfera de tanta tensión en un espacio cerrado como Un tranvía llamado Deseo, la estupenda película que Kazan dirigió en 1951. La historia de Blanche DuBois, una mujer de apariencia refinada que llega al apartamento de su hermana Stella, situado en un barrio obrero. Blanche ha perdido la mansión familiar donde vivía, se ha quedado sin nada y viene a quedarse en casa de Stella. Llega el rudo marido de esta último, el polaco Kowalski, que empieza a indagar en la vida de Stella.

Ella inicia una amistad con un amigo de Stanley, Mitch (Karl Malden, un actor de gran calado emocional y habitual en algunas películas de Kazan), pero, poco a poco, Stanley la va descubriendo, sabiendo que Blanche es una enferma, Blanche va a tener un hijo y mientras está a punto de dar a luz, Stanley, en la casa con Blanche, la acosa, ella se resiste, pero cae en sus redes. Blanche contará a Stella lo que ha pasado y esta última no volverá con su marido polaco.

 

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Lo más interesante de esta historia es la forma en que Kazan caracteriza a los personajes, Blanche DuBois (una inolvidable Vivien Leigh), pasea por la casa, desprecia al hombre que la mira con aspecto animal, un Kowalski, al que da vida, como si fuese un verdadero ciclón de sentimientos, el magistral Marlon Brando.

Ambos personajes tienen lo que yo llamaría temperatura, en ningún momento dejas de creerte lo que pasa, tienen esa fuerza que da la gran dirección de Kazan.

La luz tamizada por una pantalla china en la que se mira Blanche es una coraza de la verdadera luz, porque esa pantalla recubre los sentimientos de ella, evade la realidad, cuando Mitch la enfoca con la luz artificial (después de que Stanley revele el pasado de ella), sin pantalla, para que descubra la verdad que lleva dentro, ella rechaza contar nada que llegue de forma directa, su mundo es la fantasía, la imaginación que ha sustituido en su vida a la verdadera madurez, como si aún fuese una niña.

La tendencia ninfómana de Blanche es el gran secreto que despierta el animal que Stanley lleva dentro y que pretende sacar para conseguir seducir a una mujer frágil, que no ofrece resistencia.

El ambiente claustrofóbico, abigarrado (recordemos que Un tranvía llamado Deseo fue antes representada en teatro), consigue crear una atmósfera idónea para ese pugilato entre dos seres solitarios y atormentados, Stanley, que vive un matrimonio fracasado, porque no ama pasionalmente a su mujer y Blanche, una mujer que sufre su inmensa soledad y su tendencia a la ninfomanía.

El empleo de la luz y la sombra crean ese ambiente que cada vez hiere más a los espectadores de la película. Al comienzo de la película, Stella y Blanche están hablando en la bolera y vemos que Blanche aparta la luz que ilumina la mesa porque hiere sus ojos, ya vemos que ella prefiere el ámbito oscuro, porque teme, en su fragilidad, el contacto con la luz, como una revelación de su verdad.

Película que aún nos deja la sensación de estar asistiendo a un duelo interpretativo, que Kazan dirige con verdadero entusiasmo.

 

La ley del silencio: la soledad de Terry Malloy 

Otra película clave de Kazan, llena de detalles que alumbran en cada visión es La ley del silencio, una película con la que Brando obtuvo el Oscar al mejor actor, por una interpretación llena de dulzura, de tono poético y de grandes matices que le consagraron como uno de los mejores actores de la historia del cine.

La ley del silencio tuvo una larga historia. Elia Kazan, junto a Arthur Miller, desarrolló un guión sobre la corrupción en los muelles del puerto de Nueva York que tituló The Hook. Pero Miller se retiró, poco después, del proyecto, y Kazan tuvo que llevarlo solo a su consecución.

Gracias al productor independiente Sam Spiegel se llevó a cabo finalmente la película porque el famoso Daryl Zanuck dijo que apoyaba el proyecto, pero luego se retiró de él.

El argumento estaba basado en una historia real contada por el periodista Malcolm Johnson en el New York Sun en 1949.

La crisis de identidad de Terry que debe elegir entre delatar a su hermano y al grupo de mafiosos que extorsionan a los trabajadores en los muelles o seguir con ellos, supone un debate ético magníficamente resuelto por Kazan, quien consigue de Brando la ternura y el lirismo que necesitaba del camaleónico actor. Mucha culpa de ese proceso ético que le lleva a la delación, la tiene su historia con Eddie (Eva Marie Saint), la hermana de un chico que ha muerto por culpa de los mafiosos.

 

 

 

La historia entre ambos vuelve a situar a Kazan en el mundo de los sentimientos, si en Un tranvía llamado Deseo la relación entre el polaco y Blanche era de deseo, pero de notable violencia, en esta película el respeto inunda las miradas de los dos actores.

Escenas tan hermosas como la de Terry recogiendo la paloma que se ha enganchado en las cuerdas de alambre, dándosela a Eddie nos muestran la ternura de un hombre que no encaja en el ambiente de la mafia y del juego sucio.

Las escenas entre los dos nos hablan de una historia con posibilidad de final feliz; él no se siente un tipo duro, pese a haberse iniciado en el boxeo, pero tiene que parecerlo, Eddie es una mujer que va dejando su aureola cálida, que se va acercando a un hombre del que no desconfía porque tiene bondad en su interior.

 

 

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Se ha hablado de actuaciones recargadas en la interpretación de Brando, Rod  Steiger, su hermano o Lee J. Cobb (el mafioso principal), pero creo que, lejos de ello, nos conmueve la autenticidad que emanan esas miradas, esos diálogos que han pasado, con justicia, a la historia del cine.

 

El conflicto dramático en otras películas de Kazan

Sin duda alguna, el conflicto dramático vertebra las historias de otras películas de Kazan, como puede ser el que sostienen James Dean con su padre en la muy celebrada Al este del Edén (1955), donde vuelve a centrar la historia dramática en la casa de los Task, como hizo en Un tranvía llamado Deseo en el apartamento de Stella y Stanley.

 

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Pero no hay que olvidar el conflicto que hace tormentosa la relación de la bella Natalie Wood y Warren Beatty en la muy romántica Esplendor en la hierba (1961), o la que mantiene Kirk Douglas, el protagonista de El compromiso (1969), cuando proyecta tanto en su casa adulta con su latente infelicidad, como en la de la infancia, donde se sintió alienado (recordemos también que Terry Malloy en La ley del silencio también pasó por la pérdida del padre). Otra película donde el conflicto dramático se resuelve en un escenario interior es Baby Doll (1956), (lo que confirma el poso del mundo teatral que quedó en la vida de Kazan), una historia donde una joven, casi niña (una sugerente y muy deseable Carrol Baker, antecedente de la Sue Lyon de Lolita), convive con un marido mayor y con un hombre que va a visitar a Archie (su marido) y que desata las riendas del deseo (el muy notable Elli Wallach).

Todo el cine de Kazan está inmerso en ese conflicto dramático, como se puede recordar en América, América (1963), donde un joven griego lucha contra la falta de libertad de su país, la Anatolia ocupado por los turcos, con el deseo de ir a la tierra prometida, América.

 

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Por último, merece mencionar, entre otras muchas interesantes películas de Kazan, la que cierra su obra, El último magnate (1976), donde nos cuenta la vida de Monroe Stahr, una magnate del cine (basado en la figura de Irving Thalberg), interpretado con brillantez por el gran Robert de Niro, en la que el magnate vive su soledad, su conflicto interior por la pérdida de la mujer que amaba y su búsqueda de alguien que la sustituya. Está basada en una gran novela de un escritor de primera fila, Francis Scott Fitzgerald.

 

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Quiero concluir con la sensación de que el cine de Kazan sigue brillando, no empañado por las delaciones que hizo en la «caza de brujas» y que le marcaron para siempre, sino en la retina de cinéfilos que siguen recordando a Brando como Kowalski, Emiliano Zapata o Terry Malloy, y también con las imágenes que nos dejan de un cine de diálogos, en blanco y negro o en color, que, cuanto más tiempo pasa, más nos emociona, porque en él se halla el cine de verdad.

 

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Pedro García Cueto

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Filmografía esencial de Elia Kazan

  1. Lazos humanos (1945)
  2. Mar de hierba (1947)
  3. El justiciero (1947)
  4. La barrera invisible (1947)
  5. Pinky (1949)
  6. Pánico en las calles (1950)
  7. Un tranvía llamado Deseo (1951)
  8. Viva Zapata (1952)
  9. Fugitivos del terror rojo (1953)
  10. La ley del silencio (1954)
  11. Al este del Edén (1955)
  12. Baby Doll (1956)
  13. Un rostro en la multitud (1957)
  14. Río salvaje (1960)
  15. Esplendor en la hierba (1961)
  16. América, América (1963)
  17. El compromiso (1969)
  18. Los visitantes (1972)
  19. El último magnate (1976).
Categories: Cinematografía