Fábulas, parábolas y cuentos ejemplares – II – El sobrino de Zhuangzi [Chuang Tzu]

Fábulas, parábolas y cuentos ejemplares – II – El sobrino de Zhuangzi [Chuang Tzu]

El encuentro del célebre filósofo Ludwig Hinkel-Schinkel y el sabio taoísta Hui-Neng.

Debió de ser en Otoño cuando el célebre filósofo Ludwig Hinkel-Schinkel se acercó a la humilde morada del sabio taoísta Hui-Neng con el fin de exponerle alguna de sus dudas filosóficas. El año 1929 hacía mucho tiempo que ya había pasado, y junto con él, muchas ilusiones también. Llegó con su atizador, agitándolo como de costumbre, por si había algún Popper por aquellos lares. El sabio Hui-Neng estaba sentado tranquilamente y acababa de encender su pipa, y su mirada algo vacante se recreaba con el vuelo rumbo al oeste de los anádes salvajes.

Dicen que la breve conversación discurrió del siguiente modo:

Buenas tardes, Maestro Hui-Neng. He recorrido muchos kilómetros para llegar hasta aquí con el fin de que me explique usted cómo debe ser instruida la mosca para que salga de una vez por todas de la botella.

El maestro Hui-Neng no pareció haber oído la cuestión planteada por el célebre filósofo Ludwig Hinkel-Schinkel y siguió dando unas chupaditas a su pipa, al tiempo que se rascaba.

Hum!

Algo enojado, bastante irritado diríamos, como de costumbre, el célebre filósofo Ludwig Hinkel-Schinkel reiteró la cuestión planteada anteriormente exigiendo al sabio Hui-Neng una pronta y muy perspicua respuesta. No obstante la incomodidad de la situación -verdaderamente «unpleasant» para los Russell & Co.-, el sabio Hui-Neng no parecía alterarse y siguió contemplando, esta vez, el vuelo de los gansos salvajes rumbo al Sur.

Hum!

Decidido a acabar de una vez por todas con las preguntas, las respuestas, las pseudo-cuestiones, la patafísica, los enigmas y los varios misterios que pueblan el universo conocido, el célebre filósofo Ludwig Hinkel-Schinkel amenazó directamente con su atizador al pobre maestro Hui-Neng, cuyo único delito consistía en seguir el dictado de la Madre Naturaleza.

Por fin, el sabio taoísta miró al célebre filósofo a los ojos y le preguntó lo siguiente: «Parece usted estar colgado de una nube. Dónde ha dejado la escalera por la que ha subido hasta ahí?». Algo perplejo, el célebre filósofo respondió con cierta irritación: «La he arrojado después de subir, claro está». «Y -continuó preguntando el sabio Hui-Neng- ¿cómo es que ha logrado bajar para llegar hasta aquí con el propósito de interrumpir mi tranquilo descanso y molestarme con cuestiones tan estúpidas?»

Ah, ¡pues es verdad! ¡No había caído en ello! Lo cierto es que…

Lo cierto es que así es como finalmente el célebre filósofo Ludwig Hinkel-Schinkel alcanzó la sabiduría, que algunos denominan «iluminación» y otros , de un modo más razonable tal vez, llaman simplemente «sensatez».

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