Fenomenología del acoso moral – II
5. Factores agravantes del proceso
Los factores que agravan el proceso y que pueden modificar su duración dependen del agresor, de la víctima y del entorno o ambiente en que se desarrolla el proceso. Se agravan tanto el proceso como las posibles secuelas para la víctima si la víctima tiene una dependencia emocional alta, auto-estima baja, es muy sensible, es adicta al trabajo, no tiene familia, etc. Si el proceso es en la pareja o la familia, las relaciones afectivas de la víctima con el agresor hacen que ésta sea más vulnerable, el proceso se suele alargar mucho en el tiempo Si hay una banda de colaboradores el proceso se acelera, la agresión física es más probable y la víctima sufre una doble victimización: una por su agresor, otra por el público que observa ya sea colaborador directo o consentidor. Influye también el que se consiga o no aislar efectivamente a la víctima, los apoyos de la familia, pareja, amigos y otros compañeros de trabajo son factores determinantes para la estabilidad psíquica de la víctima.
La alianza del perverso narcisista con un colaborador paranoico asegura la aparición de la violencia física, el paranoico toma el poder por la fuerza, no por seducción. El paranoico carece también de sentimiento de culpa. Los perversos narcisistas suelen ser paranoicos leves, pero no todos lo son. El perverso controla al paranoico. Estas dos formas de tomar el poder se alían porque la víctima es la tercera forma de tomar el poder: por empatía. A un perverso narcisista se le reconoce por su tipo de discurso, a un paranoico por sus actos violentos, su actitud tiránica e inflexible y su rigidez de carácter. Los psicópatas rehacen su vida con facilidad, se hacen pasar por víctimas de un loco/a y despiertan así los instintos de protección de sus futuras víctimas. Las auténticas víctimas suelen tener secuelas, desde fobias hasta cambios irreversibles de personalidad, la gravedad de las secuelas suele depender de la duración y la intensidad la agresión. Algunos psiquiatras piden que se las considere “víctimas de guerra”, hay víctimas que no consiguen rehacer su vida laboral.
La víctima que sale del proceso en mejores condiciones físicas y psíquicas es la que identifica al agresor y al proceso en la primera fase, y toma decisiones adelantándose a la estrategia de asociación estímulo-respuesta del acosador. La víctima siempre pierde algo importante en su vida. En el trabajo si el acoso está institucionalizado o consentido hay que decidir entre el trabajo o la salud, aunque la víctima identifique al agresor, no se libra de él con facilidad. El acosador atacará primero a otros, pero suelen esperar una situación propicia de debilidad de su víctima: divorcio, recuperación de enfermedad, problemas familiares, etc. La futura víctima tiene que estar hipervigilante, todo el organismo está en situación de alerta continua, y se produce ansiedad crónica, estrés, o crisis de ansiedad severa con repercusiones serias para su salud. Las víctimas que salen del proceso sin secuelas psíquicas en la pareja, familia o escuela, son personas que han desarrollado naturalmente algo que ahora conocemos como “inteligencia emocional”.
Los niños que salen psíquicamente ilesos de un proceso así practican espontáneamente algo que los especialistas llaman “distanciamiento objetivo”. Niños que comparan a su agresor con otros adultos de su entorno y se distancian emocionalmente de la situación. Niños que miran a su agresor y piensan “sé que hay otros que no son como tú”.
6. Acoso moral y discriminación
El acoso moral es una conducta discriminatoria, es una agresión a la diferencia que tiene el otro. Se discrimina la diferencia en todas sus manifestaciones, físicas y psíquicas. La conducta discriminatoria se suele disimular porque está prohibida por la ley. Leymann observó que los disminuidos físicos sufrían acoso moral cinco veces más que los compañeros de trabajo no discapacitados. La conducta discriminatoria se suele disimular en todos los ámbitos sociales con conductas de agresión psíquica a personas que pertenecen a grupos marginales y a minorías: raza, enfermedad, orientación sexual, religión, creencias políticas, etc. Este tipo de acoso moral pretende disuadir al otro para que abandone la empresa o grupo social en el que hasta entonces estaba integrado sin que pueda probarse la existencia de conducta discriminatoria o parezca delictivo. La xenofobia funciona de un modo muy parecido a la descripción que hizo Lorenz de la conducta de acoso entre los animales: si el clan se siente amenazado desde el interior o el exterior, el miedo aumenta y el grupo se comporta de un modo cada vez más agresivo hacia los extraños de dentro y fuera del clan. Desde el interior del clan la mayoría del grupo persigue al miembro que tiene algún rasgo extraño o diferente; desde el exterior el clan se alía contra un intruso. Lorenz incluso describe como algunos animales mueren de miedo nada más iniciarse el ataque contra ellos.
7. ¿Masoquismo?
Hirigoyen ha revolucionado la psiquiatría y el psicoanálisis. El giro de Hirigoyen ha sido posible gracias a la ampliación de su campo de visión, a sus estudios de criminología. Hirigoyen está especializada en victimología y trabajó con el FBI en casos de asesinos en serie. Una de las cosas que estudia esta especialidad son las razones que conducen a un individuo a convertirse en víctima y los procesos de victimización. Para identificar al agresor se sitúan deliberadamente del lado de la víctima. Tras la observación de muchos casos clínicos le llama la atención la repetición del proceso, lo que compartían todas las víctimas. A partir de estos datos define la personalidad “perversa narcisista” (1998) que consiste en el establecimiento de un funcionamiento perverso en el seno de una personalidad narcisista. Identifica al perverso narcisista como a alguien que repite continuamente su comportamiento destructivo en el trabajo, la familia y la pareja, como un asesino en serie. Hasta entonces este tipo personalidad no aparecía reflejada en ningún manual de psiquiatría como trastorno, aunque si que se había identificado la conducta y se la consideraba una desviación del narcisismo, personalidad sociopática agresiva, psicóticos asintomáticos –sin delirio– o psicópatas, pero nadie se atrevía a nombrar la perversión de una violencia que no se ve. Freud no estudió a este tipo de perversos, estudió sólo las perversiones sexuales.
El psicoanálisis comete varias simplificaciones, la más importante es considerar sólo lo intrapsíquico, sin tener en cuenta las relaciones circulares entre acosador, ambiente y víctima. Con esa simplificación el psicoanálisis no trata a la víctima como a lo que es, sino como a un cómplice masoquista. La víctima no es libre en este proceso, está paralizada por la agresión psíquica que ha recibido. Es una agresión, no un consentimiento. Considerar a la víctima cómplice e incluso responsable de un proceso así es negar la gravedad de los actos de su agresor. Es negar la intención del psicópata de destruir moral y físicamente a su víctima, es negar la existencia del asesinato psíquico. La víctima es inocente, el agresor es el culpable. Freud definió el masoquismo moral como la búsqueda activa del fracaso y del sufrimiento a fin de satisfacer una necesidad de castigo. El masoquista se complace en el sufrimiento pero se muestra pesimista. Según Hirigoyen esta descripción corresponde mejor a los agresores que a las víctimas. Las víctimas se muestran optimistas y se sienten liberadas al librarse del acosador porque el sufrimiento no les interesa. Hirigoyen sigue hablando de un cierto sadismo moral, no sexual, en el agresor.
8. Acoso moral y acoso sexual
La mayoría de los expertos consideran que son dos cosas radicalmente diferentes. Pero el acoso sexual se puede usar como instrumento para el acoso moral, puede ser un paso más del acoso moral. En los casos de acoso sexual puro en los que se pretende obtener favores sexuales reales y los casos de chantaje sexual con amenaza explícita de despido, el fin es conseguir favores sexuales y el acoso es el medio.
Se han identificado hasta seis tipos distintos de acosador sexual que se corresponden con seis formas distintas de acoso sexual. Hay tipos de acoso sexual que tienen una dinámica próxima al acoso moral. Son los casos en los que no se pretende obtener placer sexual, sino que la sexualidad es utilizada como instrumento para controlar, humillar, intimidar y degradar al otro. En estos casos el fin es el acoso moral y la sexualidad un instrumento. El acoso sexual puro y el chantaje sexual no suelen darse en casos de acoso moral, los tipos de acoso sexual que si suelen estar presentes son el acoso de género y el acoso sexual ambiental. El acosador moral persigue controlar, degradar y humillar al otro en su totalidad, a la persona entera, no tiene un interés sexual por la víctima, pero no hay nada más íntimo que la sexualidad y nada más humillante que el ataque a la intimidad sexual. En el acoso moral suelen estar presentes las observaciones y comportamientos sexistas y las bromas de contenido erótico, sexual o pornográfico con la intención de crear un clima humillante, intimidatorio y hostil que afecte a la estabilidad psíquica de la víctima. Pero se usan este tipo de comportamientos en la medida en que el acosador nota que molestan a su víctima y con independencia del género del acosador y de la víctima. Las mujeres que acosan moralmente a otras mujeres también usan este tipo de arma. Al perverso narcisista le gusta la corrupción, corromper y los corruptos y entre sus colaboradores preferidos están el paranoico, el machista y el acosador sexual.
9. ¿Violencia de género?
Según los estudios estadísticos que se han hecho el acoso moral afecta por igual a los dos géneros: 55% de las víctimas son mujeres y el 45% hombres, la diferencia entre hombres y mujeres no es estadísticamente relevante. Todos estos estudios se centran en el ámbito del trabajo. Hay que tener en cuenta que cuando el acoso moral se institucionaliza se puede usar para encubrir un acoso de género. Las empresas en tiempos de crisis pueden decidir prescindir de las trabajadoras femeninas en favor de los varones.
Las encuestas realizadas dan los siguientes resultados: Seiler en Estrasburgo 43,5% mujeres y 56,5 hombres; Leymann en Suecia 55% mujeres y 45% hombres; Piñuel en la Comunidad de Madrid 47% mujeres 53% hombres; Einarsen y Skogstad en Noruega 55,6% mujeres y 43,9% hombres. Todas estas encuestas indican que el acoso moral afecta por igual a hombres y mujeres. Todas excepto la de Hirigoyen realizada en Francia: 70% mujeres y 30% hombres.
La propia Hirigoyen se muestra extrañada del resultado de su encuesta y admite que su estudio tiene límites metodológicos: es una encuesta hecha por correo a personas que han manifestado sufrir acoso moral. El resto de las encuestas están dirigidas a una población general de trabajadores, no solo a los que manifestaban haber sido acosados, y aportan otros datos sobre la frecuencia con que se dan los casos de acoso moral en la población generalizada.
Hirigoyen da como posible explicación o bien la atmósfera machista de los países latinos o bien que las mujeres explican con mayor facilidad que los hombres lo que sienten. Cabe una tercera interpretación: los resultados de su encuesta se aproximan sospechosamente a los resultados de una encuesta de acoso sexual. La misma Hirigoyen inicia su libro diciendo que quiere aclarar qué es y qué no es acoso moral porque ha recibido muchas consultas en las que se confunde acoso moral con acoso sexual y perversión moral con perversión sexual.
Estas encuestas muestran datos muy peculiares: el acoso moral suele darse frecuentemente entre personas del mismo sexo. Esto se debe –Leymann– a que en las empresas los trabajadores suelen reunirse en grupos del mismo sexo, aunque los puestos directivos están ocupados mayoritariamente por hombres. El acoso moral vertical (jefe a subordinados) actúa con más fuerza que el horizontal (entre compañeros). Hombres y mujeres practican acoso moral con independencia del puesto que ocupen. Leymann dice que los grupos de trabajo formados por el mismo número de hombres y mujeres están más protegidos del acoso moral.
Las diferencias de sexo tienen relación con la frecuencia del hostigamiento y con el estilo de acosar. La mayor parte de los hombres manifiestan padecer la conducta hostigadora una vez a la semana y las mujeres manifiestan sufrirla a diario. Los hombres acosadores morales eligen formas de ataque verbalmente más pasivas que las mujeres: los hombres hacen hincapié en los cambios de tareas asignando trabajos que hieran el amor propio de la mujer, ataques a sus ideas políticas y creencias religiosas, e intentan controlar la vida privada de la víctima; las mujeres acosadoras son más activas en dañar el nombre de la persona acosada con murmuraciones e insinuaciones sobre su forma de vestir, gestos, voz –su aspecto físico– y ridiculizan su vida privada.
El machismo encubre, justifica socialmente y colabora con el acoso moral. El psicópata varón que ataca mujeres se siente protegido y justificado por el machismo, y esto hace que ataque con más frecuencia y con mayor libertad a las mujeres. La psicópata mujer cuando ataca a un varón se suele escudar en el supuesto machismo, real o no, del varón al que ataca. El machismo ambiental colabora con el acoso moral pero para matar así hace falta ser algo más que machista, hay que ser psicópata. El acoso moral se enseña y se aprende pero para actuar así y tener éxito hay que “tener madera”.
Supongamos una empresa en la que uno de sus departamentos de marketing tiene una estructura plana, horizontal, tanto los miembros del equipo de marketing como los del equipo de ventas reportan directamente al director del departamento. El departamento funciona bien y lleva años proporcionando a la compañía mejores resultados de ventas que el resto de los departamentos de marketing de la misma compañía. En el equipo de marketing hay más hombres que mujeres y en el equipo de ventas el número de mujeres duplica al número de hombres. Su director es promocionado y es sustituido por otro con fama de buena persona. El nuevo director dice estar agobiado por el trabajo, necesita mandos intermedios que le ayuden a sacar el trabajo. Selecciona premeditadamente para el puesto de jefe de ventas a alguien que pertenece a un grupo social especialmente machista, es gitano. En las reuniones del equipo de ventas el jefe dice claramente que las mujeres deberían estar en su casa y que la mujer que trabaja ya sabe a qué se expone. Critica sistemáticamente el trabajo de las mujeres y alaba el de los hombres, presiona a las mujeres y les duplica el trabajo. Advierte a las mujeres que no admitirá faltas al trabajo por problemas de salud de sus hijos y ofrece a su mujer para cuidar a los hijos de sus subordinadas en caso de que fuera necesario. Ofrece a compañeros, subordinados y superiores jerárquicos que su mujer limpie sus casas y cuide a sus hijos. Sus subordinadas se niegan a que la mujer del jefe limpie su casa o cuide a sus hijos. Para hacer una demostración de fuerza despide a una mujer y contrata a un hombre en su lugar. El jefe de ventas decide que las reuniones del equipo no se hagan en la oficina sino en su casa, su mujer cocina muy bien y así el ambiente será familiar y podrán tomar alcohol, nadar en la piscina, etc. Los subordinados alucinan, ¡es el colmo del machismo¡. El jefe de ventas ¿es un acosador moral? no, ataca de frente y en público, es un jefe difícil para una mujer; ¿es acoso de género? sí, se trata a las mujeres de modo distinto porque son mujeres y hay comentarios sexistas; ¿es un posible acoso sexual? sí, se está situando a las mujeres en posición de manifiesta inferioridad propiciando el ambiente para posibles acosos sexuales; ¿porqué ofrece a su mujer?, ¿por machismo?, ¿es algo más? sí, es una cortina de humo y un arma para el acosador moral. Las mujeres se rebelan y deciden hablar con el director de departamento. El director les dice dos cosas: a) él no es responsable del nombramiento de esta persona para el puesto, él se opuso pero el director general le impuso a esta persona, b) la política de la Compañía – la ética de la empresa – prohibe y sanciona con dureza los comportamientos discriminatorios tanto los racistas como los sexistas, él hará lo que pueda para contener al jefe de ventas pero ellas deberán meditar sobre si su conducta hacia su jefe es racista, deben aceptar las reuniones en su casa porque el jefe de ventas se siente discriminado y sólo quiere confraternizar. Las mujeres necesitan la protección del director y “le hacen la pelota”. Él está disfrutando de la situación, las mujeres nunca le habían hecho tanto caso, es encantador pero físicamente repulsivo. De repente, todo el mundo nota que el director comienza a vestirse como Al Capone, se engomina el pelo, usa pantalones con tirantes y trajes muy caros con chaleco. El director reúne a su equipo de marketing y dice que necesita un jefe de marketing, ha pensado en X para el puesto. X es un buen profesional con mucha experiencia y un curriculum brillante, es físicamente muy agraciado, está felizmente casado y no tiene mayores ambiciones, es feliz y se le nota. Todo el mundo piensa que X está en una situación de privilegio porque el director necesita su ayuda, necesita aprender de él para hacerse competente en su nuevo trabajo. En sus reuniones con las mujeres de ventas el director les dice que X es un incompetente, que engaña a su mujer, que tiene una amante en la empresa y que hay rumores de que es un acosador sexual.
¿Es esto simplemente el relato de un directivo que ha leído El príncipe de Maquiavelo en sus cursos de formación?, ¿es un simple “divide y vencerás” para ocultar su ineptitud para el puesto de directivo? no, es un psicópata disfrutando del poder, un acosador moral preparando el ambiente para sus fines, que tenga éxito dependerá en gran medida de la solidez moral de “su público”.
10. Acoso moral y legislación
No es necesaria una ley de acoso moral, en España tenemos suficiente arsenal legislativo contra este tipo de conducta, el problema está en poder probar el delito. En Francia es suficiente la declaración de un solo testigo, en España el tipo de prueba necesario depende del procedimiento legal que se elija para denunciar. La ley de acoso moral francesa ha sido un fracaso porque cuando una ley describe en detalle una conducta delictiva, cualquier modificación en esa conducta queda fuera del delito. La imaginación de un psicópata no tiene límites a la hora de burlar la ley, simplemente se lo tomarían como una autorización para hacer todo lo que no contemple la ley. En Francia se esta intentando derogar. Sólo en la Constitución Española y en el Estatuto de los Trabajadores hay ya suficientes leyes. En la Constitución Española el acoso moral viola los siguientes derechos fundamentales: derecho a la dignidad personal (art. 10), derecho a la integridad física y moral (art.15), derecho al honor, a la intimidad personal y a la propia imagen (art. 18.1), derecho a la igualdad y a la no discriminación (art. 14), libertad ideológica y religiosa (art.16). En cuanto al Estatuto de los Trabajadores la protección contra este tipo de delito está recogida en la Sección Segunda, derechos y deberes laborales básicos, art. 4 y en al art. 50.1. La Ley 14/86 General de Sanidad art.10 y los artículos 123 y 127 de la Ley General de Seguridad Social también se vulneran en el acoso moral. Se está intentando conseguir que el acoso moral sea identificado y reconocido por la Ley de Prevención de Riesgos Laborales y esté considerado como una enfermedad profesional y un accidente de trabajo en la Ley General de la Seguridad Social. La ley de Prevención de Riesgos Laborales ya contempla la exigencia de responsabilidad por incumplimiento de protección al trabajador (art. 14,15,22 y 42.1).También se aplican los artículos 1902 y 1903 del Código Civil sobre la reparación del daño causado a otro por culpa o negligencia, los artículos 316 y 176 del Código Penal sobre protección de la salud e integridad física y la Ley Orgánica 14/1999 sobre protección a víctimas de malos tratos. El acoso moral se puede denunciar vía penal, vía civil y vía laboral. Magistrados y abogados están estudiando cuál es la mejor forma de llevar un caso de acoso moral, algunos piensan que al no tratarse de un solo delito sino de un conjunto de delitos la mejor acción es el procedimiento llamado “tutela de los derechos fundamentales”, que permite activar los artículos 180 y 179-2 de la Ley de Protección Laboral, activando la distribución de cargas probatorias por la que o bien hay que demostrar el daño causado a la víctima o bien acreditar un conjunto de actos que describan un ambiente de acoso moral. Para demostrar el daño causado a la víctima no es necesario mostrar un cuadro clínico de estrés o síndrome depresivo reactivo, se trata de cualquier daño: físico, psíquico, económico, familiar, etc. Se denuncia no por el proceso –acoso moral– sino por los delitos que se cometen y por las consecuencias para la vida de la víctima. De esta manera se puede denunciar a cualquiera que imite esta conducta sea psicópata o no, e independientemente del éxito que tenga con su conducta. En los últimos dos años se han ganado unos 20 casos de acoso moral en España. En alguno de estos casos la víctima se había suicidado y se ha conseguido demostrar el nexo causal entre el maltrato psicológico y su muerte. Hay abogados que ya están especializados en este tema y referentes jurisprudenciales que pueden ser citados.
María José Edreira Vázquez
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Bibliografía utilizada
1. Garrido, Vicente, El psicópata. Algar, Valencia, 2000.
2. González de Rivera, José Luis. El maltrato psicológico. Espasa Calpe, Madrid, 2002.
3. Hirigoyen, Marie-France. El acoso moral. El maltrato psicológico en la vida cotidiana. Paidós, Barcelona, 1999.
4. Hirigoyen, Marie-France. El acoso moral en el trabajo. Distinguir lo verdadero de lo falso. Paidós, Barcelona, 2001.
5. Leymann, Heinz, Mobbing. La persécution au travail. Seuil, Paris, 1996.
6. Leymann, Heinz y Gustafsson, Annalie. «Mobbing and work and the development of post-traumatic stress disorders», en European Journal of Work and Organizational Psychology, 1996, pp.251-275.
7. Lorenz, Konrad. Consideraciones sobre las conductas animal y humana. Planeta – De Agostini, Barcelona, 1976.
8. Piñuel y Zabala, Iñaki, Mobbing. Cómo sobrevivir al acoso psicológico en el trabajo. Sal Terrae, Santander, 2001.
9. Rodriguez, Nora, Mobbing. Vencer el acoso moral. Planeta, Barcelona, 2002.
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