Gerald Brenan y el arte de la persuasión: de la carta al ensayo – María Dolores Ortega Muñoz

Gerald Brenan y el arte de la persuasión: de la carta al ensayo – María Dolores Ortega Muñoz

Gerald Brenan y el arte de la persuasión: de la carta al ensayo

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1. ¿Quién es Gerald Brenan?

Gerald Brenan (1894-1987) fue un hispanista británico, que se encontró inmerso en una realidad cultural distinta de la de origen, la cual sería fuente de inspiración para su obstaculizada carrera de escritor. Gathorne-Hardy, su biógrafo, reivindicó sus cualidades de epistológrafo como la clave de su escritura. Los textos de Brenan se configuran como una literatura de encrucijada, influenciada por la cultura española, el Grupo de Bloomsbury y el nacimiento de la sensibilidad realista moderna, de gran auge durante el siglo XX. Brenan fue un poeta frustrado desde la juventud, que encontró su camino en la madurez gracias a su famoso ensayo El laberinto español. Aunque Brenan ha sido considerado un outsider por su heterodoxia, el «yo» breniano personaliza la materia y ofrece su experiencia con un «estilo» singular. Brenan buscó respuestas a las causas que desencadenaron la Guerra Civil. Sus reflexiones ensayísticas tienen como base el arte de la palabra, fórmula ideal para la explicación y el cuestionamiento, de manera que crearon polémica y fueron una eficaz apertura al diálogo democrático, continuadas por especialistas en la materia. Brenan no pretende ser dogmático, simplemente nos presenta su perspectiva. La literatura de Brenan transmite su voz persuasiva, insuflada de un espíritu itinerante y libre, que viaja de una cultura a otra, enriquecida por los espacios y tiempos que pasa, resonando en el siglo XXI en contextos de interculturalidad y multiculturalidad.

2. El Círculo de Bloomsbury

Gerald Brenan cuenta el origen de un escritor marcado por su amor imposible a la literatura al estar destinado a la carrera militar paterna [1]. La poesía romántica se convierte en su refugio en el internado. Y su amigo Hope, con quien se fuga, le introduce en la filosofía de Nietzsche. El hombre superior, que se dedica al estudio de las artes y al cultivo del intelecto, será su modelo vital. El viaje, con su significado iniciático hacia la consecución del conocimiento, le muestra su camino, inspirado por la Autobiografía de un vagabundo de W.H. Davies para quien la felicidad se basa en la libertad. Pero Brenan tuvo que volver al hogar y hacer concesiones a su autoritario padre, como renunciar a la causa de su locura: la poesía. En 1914, se incorporó a la Primera Guerra Mundial. Tras la contienda, en 1919, alcanzó la madurez para luchar por sus sueños.

Brenan entró en contacto con el Grupo de Bloomsbury [2], su nombre procede del barrio de Londres donde se reunía. Entre sus principales miembros: Lytton Strachey (biógrafo y crítico literario), John Maynard Keynes (economista), Leonard Woolf (escritor y editor), Virginia Woolf (escritora), Clive Bell (crítico de arte), Vanessa Bell (pintora), Roger Fry (pintor y crítico de arte), Duncan Grant (pintor), David Garnett (escritor y editor), Dora Carrington (pintora), Ralph Partridge (editor), etc. [3] Bloomsbury es considerado el introductor del modernismo en Inglaterra. El grupo estaba influido por las vanguardias, así como las teorías de Freud y Bergson [4]. Su ideología era liberal, ilustrada y humanista, se caracterizaba por el ateísmo, pacifismo y el amor libre. De manera que desafiaba a la sociedad patriarcal y luchaba por la igualdad de la mujer. Según Quentin Bell [5], su piedra angular era la defensa de la libertad personal inspirado por la filosofía de G.E. Moore. La tertulia literaria (obras clásicas, novedades y creaciones propias) era una tarea cotidiana. Los participantes a través de sus discursos no buscaban la victoria, sino alumbrar su verdad. Cuando Brenan es invitado a estos famosos encuentros, descubre la importancia de poder sostener una buena disertación. Las intervenciones suponían pruebas para valorar la brillantez y potencialidad de los participantes:

Enero, 28. A las diez había una reunión en casa de Angus Davidson para hablar. Virginia, Vanessa, Julia Strachey, Mme. Raverat, Edith Sitwell y una extranjera: el resto varones, porque no era fácil poner mujeres en una habitación con las hermanas Stephen. Lytton y su joven amigos Philip Ritchie, Leonard Woolf, Duncan Grant, James y Oliver Strachey, Raymond Mortimer y uno o dos más. Era divertido. Virginia atacaba a los pintores: lo fantásticos que eran, cómo solo les interesaban los detalles más pequeños, cómo lo discutían todo. […] La conversación más brillante y fantástica que se puede oír en toda Inglaterra [6].

Brenan comprende que si quería dedicarse a las letras y ser un miembro reconocido, debía aprender el dominio del «arte de bien decir» o «retórica», es decir, de dar al lenguaje escrito o hablado eficacia suficiente para delectare, docere y movere (deleitar, enseñar y persuadir) [7]:

A continuación voy a tratar de describir cómo era yo en aquel tiempo, […] como vivía tan fuera del mundo y nunca me comparaba con otras personas, no me hacía idea de las limitaciones de mi inteligencia, ni de lo aburrido y corto de luces que tenía que resultar en un círculo literario. Pero incluso aunque me hubiera dado cuenta, no me habría afectado en exceso, porque estaba convencido de ser una persona con una vocación. […] solo de manera gradual empecé a perder interés por aquellos proyectos y a preguntarme si, puesto que la literatura me gustaba tanto, no sería lógico convertirme en escritor y ganarme la vida de esa manera [8].

Por ello, Brenan puso rumbo a España para autoeducarse en su propia «universidad». El lugar seleccionado fue un pueblo aislado, en plena naturaleza, donde se somete a un programa intenso de lecturas para lo que transporta su propia biblioteca, en la que no faltan los clásicos: «En total eran más de dos mil […] más la mitad eran poetas ingleses y franceses, así como prosistas, con algunos autores alemanes e italianos y griegos y latinos […]» [9]. El autor para conseguir una formación rigurosa establece un método de trabajo que seguiría en adelante: «Mi programa habitual de estudio era leer sin descanso desde el desayuno hasta la comida, para darme a continuación un paseo durante el cual repasaba mentalmente lo que había leído, y seguir leyendo después del té…» [10]. Además de leer, toma notas que después recoge en cartas, y envía a familiares y amigos. Brenan se presenta como un joven romántico que abandona la asfixiante sociedad inglesa en busca de su camino en la vida, y allí descubre su «Arcadia»: «La belleza de los árboles verdes y el agua corriendo y las montañas iluminadas por las estrellas me maravilló — además de la casa, que superó todas mis expectativas» [11]. El relato de su paraíso en la tierra tuvo que ser lo suficientemente persuasivo para movilizar a escritores de la talla de Lytton Strachey y Virginia Woolf, así como al filósofo y premio Nobel Bertrand Russel, y ser atraídos a un lugar recóndito e inaccesible en aquellos años. Virginia en su correspondencia retrata a Brenan loco por la lectura, por saber y conocer todo aquello que no había tenido oportunidad. Dice Virginia que piensa ir a España a estar con un solitario y excéntrico joven llamado Brenan, que está intentando aprender a leer y a escribir en una montaña cerca de Granada [12]. Las cartas se convirtieron en método de ensayo y corrección de su estilística. «Y Gerald aprendió a escribir en sus cartas; en el caso de las de Carrington de las que recibió también» [13]. Así, el autor mantuvo correspondencia con Dora Carrington, Ralph y Frances Partridge, Lytton Strachey, Virginia Woolf, V.S. Pritchett, Theodore Francis, etc.: «Las cartas hablan por sí mismas. […] Ellos son también un tributo a una generación, quizás la última, que creía en el encanto y poder de la palabra escrita» [14]. Gathorne-Hardy reivindica la faceta de escritor de cartas, donde Brenan se manifiesta en plenitud:

Y escribir cartas era una necesidad para él. A veces casi existe la sensación de que Gerald vivía para escribirle a alguien una carta sobre ello […] De manera que obtenemos la construcción y la revelación lenta de un personaje, a menudo en un instante y fascinante detalle, desarrollado a través de una vida larga y extraordinariamente variada. Es posible que esta enorme correspondencia finalmente sea la creación artística más importante de Gerald. Posiblemente doblará, triplicará o cuadriplicará el total de su trabajo. Por ello, será recordado, no solamente como el hispanista más grande de Inglaterra, sino que, como a él le hubiera gustado y como él se merece, como un escritor [15].

3. De la carta al ensayo

La carta como forma de comunicación lingüística puede rastrearse hasta la Edad Antigua, se caracteriza como «conversación entre ausentes». Su naturaleza es interactiva y toma el diálogo oral como modelo de análisis. Un «yo» que enuncia a un «tú», a través del lenguaje escrito [16]. La forma epistolar necesita estructurar internamente el eje comunicativo [17]. De manera que se dota de significados referenciales y afectivos, con el fin de crear un marco interpretativo, semántico y social adecuado al remitente. En la Edad Media la carta sufre un proceso de literalización de la disciplina retórica, dedicada al discurso hablado. La existencia de una Retórica epistolar, un «arte del dictamen», hace perder el carácter espontáneo para someterse a unas reglas, al igual que el discurso clásico, se preceptúa un esquema de cinco partes: salutatio, exordium, narratio, petitio y conclusio [18]. En el Renacimiento vuelve a primar la simplicidad aparente en la carta y es base del ensayo [19], según declara Bacon, quien fija la denominación al titular así sus meditaciones, y el propio Montaigne. Ya anteriormente existían exposiciones similares, como la prosa didáctica o “ensayística”, para la profesora Rallo: «Aunque Montaigne pusiera nombre al género, la prosa española del siglo XVI significa la primera época del ensayismo europeo» [20]. Arenas prefiere hablar de género argumentativo [21]. La epístola [22] puede dar cabida a narraciones familiares, pensamientos políticos, datos eruditos, reflexiones morales, etc. La epístola y el ensayo recogen contenidos tanto de la tradición culta como de la popular, y rompen con la jerarquía tradicional que las separaba. El auge de la epístola da lugar a la aparición de relatos cortos, muchos de tradición oral, en forma de carta para lograr la verosimilitud, como El Lazarillo de Tormes. Estos modelos literarios se convierten en cauce de miscelánea.

Brenan conoce este tipo de prosa y su última publicación en vida es Pensamientos en una estación seca. Miscelánea. Estas obras pasan a ser flores reinjertadas que pueden llegar a constituir un nuevo tejido autobiográfico, que el autor trata en Una vida Propia y Memoria Personal, así como en Al sur de Granada. La miscelánea es un «producto típico del espíritu humanista», libre en su temática y modo de abordarla [23]. Brenan se presenta como guía escondido detrás de lo mostrado. El criterio que organiza es el deseo del autor de dar a conocer lo que ha recopilado en sus lecturas y demostrar su propia valía. La admiración y la curiosidad son el primer escalón para alcanzar la sabiduría [24]. Brenan intenta no solo despertar el deseo de conocer en el momento presente sino en otros espacios y tiempos para lograr una visión más completa del mundo. El receptor al que se dirige es un amplio público, no necesariamente intelectual, ello implica que estas obras sean de divulgación para entretener y enseñar.

El nacimiento de la sensibilidad realista moderna, de gran auge durante el siglo XX, funde en la primera persona la vida y la obra. Pozuelo Yvancos [25] vincula el ensayo con las formas de tipo confesional como la autobiografía, el diario íntimo o las memorias, bajo el membrete de «escrituras del yo». El «yo» personaliza la materia y ofrece su experiencia personal de gran eficacia persuasiva. Según el profesor Alberca, esta nueva escritura busca un «estilo» diferenciador, que identifique a la obra como una firma única derivada del valor atribuido a cada vida humana como irremplazable y singular: « El artista y el escritor crearon sus propios códigos, pues para ser uno mismo era preciso diferenciarse de los demás. Los artistas y los escritores se convertirían en héroes y en consecuencia, en modelos sociales de la rebeldía y de la insatisfacción» [26].

El profesor Baena Peña recoge la teoría de Alfonso Reyes sobre el ensayo, quien considera que hunde sus raíces en La antigua retórica, y es el fruto de la transformación histórica del arte de la palabra, además de la fórmula idónea de explicación y cuestionamiento. El ensayista se vale de la exposición y la argumentación como formas de elocución para expresar sus ideas con un estilo:

Reyes defiende el ensayo no solo como un texto dispuesto libremente para la escritura crítica, sino como un continente capaz de acoger las diversas formas allegadas de vida y de contenidos culturales, sociales, históricos o ideológicos; y todo ello da lugar a la valoración que le otorga de síntesis como discurso retórico-literario capaz de unir realidades (lo ético y lo cultural, lo científico y lo humanista, etc.). [27]

4. El laberinto español

Brenan había publicado novelas que habían pasado prácticamente inadvertidas, y no alcanzaron el grado de repercusión que tuvo El laberinto español. Este ensayo investiga el contexto histórico, político, social y económico que dio lugar al estallido de la guerra civil española. El cambio de lugar y de cultura conformó en gran medida la identidad del autor y dejó huellas evidentes en su obra. Sin embargo, no podríamos hablar de “escritor ectópico” propiamente según Tomás Albadalejo [28], ya que el autor deja su asfixiante país por voluntad propia y de forma intermitente. Además, el escritor nunca pierde el contacto con su tierra y su lengua es la inglesa.

El laberinto, originalmente, The Spanish Labyrinth: An Account of the Social and Political Background of the Spanish Civil War fue publicado por primera vez en 1943 por la editorial Cambridge University Press (CUP), y ha sido reimpreso desde entonces hasta el 2014. Está disponible en versión digital. En 1962 apareció en español en la editorial Ruedo Ibérico, convirtiéndose en un bestseller, no pudo ser publicado hasta 1978 en España. En 1985 lo editó Plaza & Janés, utilizado por el Círculo de Lectores para la reedición de 1988, con prólogo de Rafael Abella; en 1996 por Plaza & Janés, con prólogo de Tom Burns Marañón. La última, del 2009 del Grupo Planeta, en 2017 sale a la luz en formato bolsillo dentro de la colección Austral.

El laberinto destaca por dos de los rasgos característicos de la Retórica clásica: su carácter dialéctico, que posibilita la discusión entre opiniones relativas a diferentes visiones del mundo y la manera cómo se lleva a cabo este diálogo, adaptándolo a un público. A pesar de que Brenan no sigue una estructuración rígida del discurso retórico, la disposición de los elementos se asemejan a sus partes. Brenan en el prólogo busca los mismos objetivos que el exordium, intentar hacer al auditorio benévolo (captatio benevolentiae), plantear el problema y atraer la atención del receptor con preguntas: « ¿Qué es lo que hizo que estas diversas partes en que España se dividía se mostraran tan incapaces de entenderse entre sí? » [29].

Para encontrar la respuesta desarrolla tres puntos que podrían equivaler a la narratio y argumentatio: 1. El antiguo régimen 1974-1931, 2. La situación de la clase trabajadora y 3. La república. Termina con un epílogo o conclusio. Brenan ofrece su pensamiento fruto de sus investigaciones y vivencias. Aparecen pruebas argumentativas derivadas de estas. Brenan también busca respuestas [30] en los exiliados (Araquistáin), especialistas en la materia como Borkenau o Lehning y en la Biblioteca del Museo Británico. Él selecciona las anécdotas y experiencias personales que apoyen sus tesis del relato de forma amena. Brenan reflexiona, interpela, hace comparaciones, llega a conclusiones; y combina el tiempo presente de la narración con el pasado y el futuro. Además, aparecen temas tópicos de los viajeros romanticos, a los que cita, como el bandolerismo, la Inquisición, la lucha contra los moros, la relación entre el amo y el criado, o la dieta; y hace referencia a Santa Teresa, Unamuno y Don Quijote, que serán claves en su literatura. Podríamos hablar ya de un imaginario que vertebrará la poética del autor. Su objetivo era poseer el don de sintetizar sus experiencias en palabras y construir un estilo propio que sus destinatarios identificarán como breniano [31].

Brenan desarrolla la técnica de la persuasión [32] para influir y conducir al receptor hacia su punto de vista, sin usar métodos autoritarios ni dogmáticos. El escritor no se presenta como un especialista en la materia, sino como un enamorado de España que ha vivido en ella y ha sido testigo del inicio de una guerra cruenta entre hermanos. El autor está al margen de los sistemas organizados, justifica un punto de vista independiente y subjetivo, la suya no es la única perspectiva, ni la definitiva. Brenan se dirige en primera persona a un público lector amplio, en principio de lengua inglesa, que se irá extendiendo, gracias a su gran acogida, a otras lenguas como el español: «Hablaré primeramente del aspecto más visible» [33]. El lector es libre de aceptar, rechazar o quedar indiferente. Es la invitación a la reflexión la que convierte al ensayo en un instrumento de comunicación imprescindible en la sociedad democrática, entendida como ámbito de discusión entre diferentes posturas [34].

El libro intenta demostrar la verdad del autor y suscitó la discusión tanto a favor como en contra, especialmente la crítica histórica especializada lo ha considerado heterodoxo como señala Díaz López [35]. Brenan no se ciñe a la forma tradicional del relato histórico, ya que criticó abiertamente a la Iglesia y manifestó su apoyo a la República, representante legítima de la voluntad popular. Además de tratar aspectos polémicos como la forja de un carácter español, El laberinto simbolizó la libertad de expresión frente a la censura de la dictadura de Franco. El régimen prohibió la propagación de opiniones consideradas peligrosas con el fin de no solo permanecer en el poder, sino también de proteger las supuestas verdades oficiales. Brenan discrepaba con las versiones presentadas como inequívocas y consideraba que la verdad solo podía florecer permitiendo la diversidad de opiniones. El libro estuvo en el Boletín de Orientación Bibliográfica del régimen franquista y no pudo ser publicado en España hasta 1978. Aunque algunos españoles pudieron comprarlo en la clandestinidad, de manera que se convirtió en un elemento de culto al representar la libertad de pensamiento. Muchos jóvenes asumían el desafío de adquirir una obra proscrita como relata Amancio Prada:

Oí hablar por primera vez de Gerald Brenan en 1968, a Enrique Barón, que entonces era profesor de economía en la Escuela de la Dirección de Empresas Agrarias, en Valladolid, donde yo estudiaba. Unos días antes de salir para París, para ampliar estudios en La Sorbona, me recomendó que comprara allí, editado por Ruedo Ibérico (París, 1962), uno de los mejores libros escritos sobre la Guerra Civil española. El Laberinto Español, de Gerald Brenan. Recuerdo que cuando volví a España de vacaciones en el verano siguiente, en la frontera de Irún, la policía me quitó aquel libro [36].

Brenan como buen ensayista medita sobre temas que vislumbran, a día de hoy, tensiones que en la España del siglo XXI todavía sufrimos:

« […] el principal problema político ha sido siempre el alcanzar un equilibrio entre un gobierno central eficaz y los imperativos de la autonomía local. Si en el centro se ejerce una fuerza excesiva, las provincias se sublevan y proclaman su independencia; si esa fuerza es insuficiente, se retiran sobre sí mismas y practican una resistencia pasiva» [37].

Abre caminos novedosos a la reflexión e incita eficazmente a su continuación, prueba de ello es que su obra ha sido fuente para otros investigadores que han desarrollado su labor. Brenan ha dado paso a una nueva saga de historiadores anglosajones que han seguido sus huellas: Raymond Carr, Gabriel Jackson, Hugh Thomas, Paul Preston, etc. La edición de 1993 con prólogo de Raymond Carr: «una revelación para mi generación» y «lo que es destacable sobre el relato de Brenan es la limpieza que le ha permitido superar la prueba del tiempo […]»También, asegura que el libro ha sido considerado por medios como el Chicago Sunday Tribune, «como uno de los estudios políticosociales más brillantes en muchos años» y como «la esencia de España» por el Manchester Guardian [38].

Gabriel Jackson reconoce el uso académico de esta obra:

Durante veinticinco años utilicé El laberinto en mis clases universitarias y siempre recomendé a mis estudiantes que leyeran las notas a pie de página para poder apreciar la profundidad del pensamiento de Brenan, y les alerté también para que tuviesen en cuenta el elemento romántico, casi anarquista, del mismo. Pero debido al hecho de que habían leído mucha menos historia que su profesor, quería darle a entender que El laberinto tiene el valor excepcional de entretener con un relato histórico, una interpretación coherente y personal [39].

Hugh Thomas, en el prólogo de la edición de 1976, añade una anécdota de su visita a España en el invierno de 1955-1956: «Fui a España de vacaciones, leyendo El laberinto español, de Gerald Brenan, un libro brillante que para muchos ingleses ha servido de iniciación a la historia de la España moderna»40. Brenan fue un excelente escritor, El laberinto español, Al Sur de Granada y la Faz de España siguen persuadiendo a muchos lectores, además de un gran conversador en voz del prestigioso crítico amigo y escritor británico V.S. Pritchett:

Uno de los mejores conversadores y escritores de cartas de toda Inglaterra. […] Vive en un estado de imaginación constante y a la vez puede ser un crítico severo, es una sabrosa mezcla del militar, el poeta, el erudito y el viajero. Para él, la vida existe en tanto en que pueda ser convertida en escritura, y cuando se está en su compañía parece que todo está delante de tus ojos [41].

5. Conclusión

Brenan se gesta como escritor a través de sus cartas en contacto con el grupo Bloomsbury y la cultura española, su espíritu vitalista está dominado por una sola idea personal que expresa en diferentes formas a lo largo de su existencia: su lucha por la libertad. El gran tema de su mundo literario era su propia vida y da lugar a obras de difícil clasificación, próximas dentro de la llamada «literatura del yo»: cartas, autobiografía, libros de viaje, miscelánea, etc. Estas formas encuentran su expresión plena en el Ensayo moderno, el cual es fruto de la transformación histórica del arte de la palabra, la antigua Retórica. Este formato flexible se adapta a su personalidad y a su concepción estética basada en la integración de contrarios romántica, ya que hace converger el discurso del arte y de las ideas mediante la libre operación reflexiva. La literatura de Brenan transmite su voz persuasiva, insuflada de un espíritu itinerante y libre, que viaja de una cultura a otra, enriquecida por los espacios y tiempos que pasa, resonando en el siglo XXI en contextos de multiculturalidad e interculturalidad.

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María Dolores Ortega Muñoz

[Universidad de Málaga]

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Notas

1. Brenan, G. (2003). Autobiografía. (J. M. de Prada & J. L. López Muñoz, Trad.). Barcelona: Ediciones Península.

2. Burns Marañon, T. (2000). «Gerald Brenan: La patria chica», en: Hispanomanía. Barcelona: Plaza&Janes, p.45.

3. Chikiar, I. (2015).Virginia Woolf. La vida por escrito. Buenos Aires: Taurus, pp.218-232.

4. Serrano, E. (2002) Vidas oblicuas: aspectos teóricos de la nueva biografía en España (1928-36). Zaragoza: Prensa Universitaria Zaragoza.

5. Bell, Q. (1976). El grupo de Bloomsbury. (I. Gómez de Liaño, Trad.). Madrid: Taurus.

6. Brenan, G. (1974). Personal Record 1920-1972. London: Jonathan Cape, pp. 155-156. Jan 28. At 10 a small party at Angus Davidson’s for conversation. Virginia, Vanessa, Julia Strachey, Mme Raverat, Edith Sitwell and one foreigner: the rest men, for it is not easy to put women in a room with the Stephen sisters. Lytton and his young man Philip Ritchie, Leonard Woolf, Duncan Grant, James and Oliver Strachey, Raymond Mortimer and one or two others. It was amusing. Virginia leaning stiffly sideways attacked the painters: how fantastic they were, how only the smallest details interested them, how they argued about everything. […] The most brilliant and fantastic conversation that one can hear anywhere in England .

7. Spang, K. (1984). Fundamentos de retórica. Pamplona: Eunsa

8. Brenan, G. Personal, op. cit., pp. 18-19. I must now try to give some account of what I was like at this time, Since I lived so much out of the world and never compared myself with other people, I had no conception of the inadequacies of my mind or how dull and stupid I might appear in literary company. But even if I had realized this I would not have been greatly perturbed because I believed that I was a person with a vocation. […] It was only gradually that I began to lose interest in these projects and to wonder whether, since I was so fond of literature, I might not have it in me to become a writer and to earn my living like that

9. Brenan, G. Personal, op. cit., p. 326.

10. Brenan, G. Personal, op. cit., p. 327. «My usual programme of studies was to read steadily from breakfast to lunch, then take a walk during which I went over in my mind what I had read and after tea to read again …».

11. Fielding, X. (1996). Best of Friends The Brenan-Partridge Letters. London, Chatto & Windus, p. 79. The beauty of the green trees and running water and starlit mountains astonished me — then of the house, which surpassed all my expectations. It had been whitewashed from end to end, it seemed so large and, like a greenhouse which gets its light from inside (from the natural phosphorescence of the walls) instead of from without, it was full of green shrubs and trailing plants and flowers.

12. Woolf, V. (1976): The letters of Virginia Woolf, vol.2. Jovanovich: New York and London Harcourt Brace, p. 592.

13. Gathorne-Hardy, J. (1992). The Interior Castle. A life of Gerald Brenan. London: Sinclair-Stevenson, p. 193. But he needed an audience. There was a strong element, if as usual disguised of the performer in Gerald; as maker of the dramatic gesture (the walk, Yegen itself); particularly, in later years as talker. And Gerald learnt to write in his letters; in Carrington’s case, from letters he received too.

14. Fielding X. Brenan-Partridge, op. cit., Preface. « They are also a tribute to a generation, perhaps the last, which believed »; in the charm and power of the written word The letters speak for themselves. […]».

15. Gathorne-Hardy, J. Interior Castle , op. cit., pp. 609-610. And writing letters was a necessity for him. There is sometimes almost a feeling that Gerald lived in order to write a letter to someone about it […] This means that alongside the building-up and slow revelation of a character we get, often in a minute and fascinating detail, the unrolling of a long and unusually varied life. It is possible that this enormous correspondence will eventually prove Gerald’s most lasting memorial. Certainly it will be possible to double or treble or quadruple the total of his work. And it will mean that he will be remembered, not just as England’s greatest Hispanist but, as he would have liked and as he deserved, as a writer.

16. Barrenechea, A.M. (1990). «La epístola y su naturaleza genérica». En Dispositio, vol. XV, n. 39, pág. 52.

17. Violi, P. (1987) «La intimidad de la ausencia: formas de la estructura epistolar». En: Revista de Occidente, pp. 68- 90.

18. Murphy, J. J. (1986). La retórica en la Edad Media. (G. Hiraza Vaquera, Trad.). Fondo de Cultura Económico. México D. F.

19. Peñas Ruíz, A. (2008): «Epístolas familiares (1539) y Essais (1580), un enfoque comparado». Cartaphilus: Universidad de Murcia, pp.109-121.

20. Rallo Gruss, A. (1987). La prosa didáctica en el siglo XVI. Madrid, Taurus, pp. 12-13.

21. Arenas Cruz, M.E. (1997). Hacia una teoría general del ensayo. Construcción del texto ensayístico. Cuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla la Mancha, pp.28-30.

22. Martínez Ruíz, F. (2000). López Bueno, B. (ed.) «La epístola poética en las preceptivas del Siglo de Oro», en: La epístola. Sevilla: Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, pp. 425-451.

23. Rallo Gruss, A. (1983). Misceláneas del Siglo de Oro. Barcelona: Planeta, pp. 159-180.

24. De Villalón, C. (1982). El crotalón. Madrid: Cátedra, pp. 396-397. Para los humanistas el equilibrio en la admiración era signo de hombre sabio: el demasiado simple, que se sorprende de todo, o el pretendido sabio, al que nada conmueve, está impermeabilizado para aprender nada; la admiración debe funcionar como un impulso que avive el entendimiento, que anime al estudio. Así lo formula el gallo al zapatero Micilo.

25. Pozuelo Yvancos, J. M. (2005). «El género literario ensayo», en: Cervera, V., Hernández, M. y Adsuar, M.D. (eds.) El ensayo como género literario. Universidad de Murcia, pp. 179-191.

26. Alberca, M. (2007). El pacto ambiguo. De la novela autobiográfica a la autoficción. Madrid: Editorial Biblioteca Nueva, p. 19.

27. Baena, E. (2016). Estudios de teoría y literatura comparada. De Goethe a Machado y de las vanguardias a la poética actual. Anthropos Editorial, Barcelona, pp.61-62.

28. Albaladejo, T. (2011). “Sobre la literatura ectópica”, en Adrian Bieniec, Szilvia Lengl, Sandrine Okou, Natalia Shchyhlebska (eds.), Rem tene, verba sequentur! Gelebte Interkulturalität. Festsschrift zum 65. Geburstag des Wissenschaftlers und Dichters Carmine/Gino Chiellino, Dresden, Thelem, 2011, pp. 141-153.

29. Brenan, G. Laberinto, op. cit., p. 13.

30. Brenan, G. Laberinto, op. cit., p. 20.

31. El crítico literario Cyril Connolly denominó a su estilo «brenanismo». Partridge dice: «To misquote a copla, your pen is like a sharp nose singling out the most delicious ingredients from the kitchen smells of our life’s cookery». «Por citar una copla, tu pluma es como un fino olfato percibiendo los más deliciosos ingredientes procedentes de los aromas de la cocina de nuestra vida» [Traducción propia]. Best of Friends The Brenan-Partridge Letters, op. cit., p. 233.

32. García Berrio, Antonio (1984). «Retórica como ciencia de la expresividad: presupuestos para una Retórica general», Estudios de Lingüística, 2, pp. 7-59.

33. Brenan, G. (1978). El laberinto español. (J. Cano Ruiz, Trad.). Barcelona: Ibérica de Ediciones y Publicaciones, p. 42.

34. Albaladejo, T. (2009). “Retórica de la comunicación y retórica en sociedad”, en: Helena Beristáin y Gerardo Ramírez Vidal (compiladores), Crisis de la historia, condena de la política y desafíos sociales, México, Universidad Nacional Autónoma de México, pp. 39-58.

35. Díaz López, J.A. (1987). Gerald Brenan hispanista angloandaluz. Granada: Editorial BLN, p.42.

36. Prada, A. (1985). «Gerald Brenan», en: Al sur del laberinto. Málaga: Litoral, p. 143.

37. Brenan, G. Laberinto, op. cit., p. 10.

38. Brenan, G. (1993). The Spanish Labyrinth. Cambridge: Cambridge University Press, Foreword by Sir Raymond Carr, [sin paginar].

39. Jackson, G. (1985). «Homenaje a Gerald Brenan», en: Al sur del laberinto. Málaga: Litoral, p. 136.

40. Brenan, G. (1976). Labyrinth, op. cit., Preface.

41. Pritchett, V.S. (1979). A Cap at the Door and Midnight Oil. London: Penguin Books, p. 413.

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