¡Hasta el lunes! – Rafael Guardiola Iranzo

¡Hasta el lunes! – Rafael Guardiola Iranzo

¡Hasta el lunes!

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¡Hasta el lunes!

Así me despedí ayer de mi amigo, filólogo y profesor Paco Ortigosa, recordando viejos tiempos de camaradería docente en el IES Jacaranda de Churriana-Málaga. Era nuestro grito de guerra predilecto, con independencia de nuestra dudosa afición por la guerra y del día que fuera, cuando cruzábamos nuestras miradas en el vestíbulo o alguno de nosotros se disponía a abandonar el centro tocado por los dioses, rumbo al mundo disipado del descanso y el ocio. No se me olvidará jamás el rostro de estupefacción de una joven profesora, recién llegada a nuestro lugar de trabajo, al contemplar esta gozosa despedida en pleno martes. Escuché cómo Paco le decía, para consolarla: “Rafael se va a un Congreso y no vuelve hasta la próxima semana, porque es una persona muy importante”. Paco siempre ha tenido el don de convencer gracias a una feliz mixtura de bondad e ironía, que no es otra cosa que la punta del iceberg de la inteligencia sentiente. No en vano escribe Nietzsche que “la potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar”. Por eso hay que reconocer que Paco ha sido y es muy potente, un “latin lover” del ingenio y del poder diabólico que Baudelaire atribuía al humor y la risa, deidades de las que me declaro adicto y devoto.

Que se lo digan –espero que se lo digan una y otra vez- a su mujer, a su “comadre”, aturdida por la catarata de sustantivos y adjetivos que emplea para designarla, cuando lo único que se requiere es la ostensión. Así lo afirma el filósofo Javier Sádaba cuando se le pregunta por el auténtico significado del amor. Para decir en qué consiste, lo único que se puede y debe hacer es mostrar e indicar con cariño a la persona amada con un gesto sólido y huérfano de palabras. Y a Paco le gusta gesticular con los brazos abiertos y las palmas de las manos hacia arriba, sosteniendo el aire con agradecimiento, al tiempo que dibuja sonrisas. Así nos conminaba a los profesores congregados en los claustros, de pie y con vehemencia, a darnos amor (¡más amor, más amor, es lo que nos hace falta!) cuando estábamos enredados al principio del curso con disputas bizantinas a propósito de los horarios. Y apostillaba: “propongo que el próximo año vengamos todos a esta reunión con nuestro abogado”, en vista de que las aguas no volvían fácilmente a su cauce. Se trataba de combatir la crispación y el tedio, y el humor es, en estos casos, un arma de “construcción” masiva.

Por mucho que intente echarse el cielo a los hombros, mi amigo Paco Ortigosa no puede ser el titán Atlas, pues sujeta a Urano con gratitud y una fe dionisíaca. Lo suyo no es una condena existencialista sino una clara muestra de sobreabundancia nietzscheana gestada en la Axarquía. Por eso se lanza a la pista de baile con la vocación y osadía de un contorsionista, derrochando pasión y alegría, siguiendo el rastro de las bacantes más entregadas, lleno de la “vida buena” que recomendamos los filósofos como el mejor antidepresivo. Por eso está siempre dispuesto a brindar con la copa llena de la amistad y el sabor refrescante de un chiste. Y por eso ideamos hace años un experimento mental en el que los profesores del instituto nos fugábamos a su pueblo en autocar el día de San Isidro, santo patrón de Churriana, Madrid y Periana, aprovechando que las aulas estaban casi vacías por los efectos etílicos de la Feria. Allí bailaríamos –escondiendo nuestro oscuro estoicismo- y daríamos debida cuenta de litros de ajoblanco y buen vino de la tierra, y cantidades poco olímpicas de cachorreñas, migas parpuchas y morretes, roscos de vino y tortas de aceite, y hablaríamos largo y tendido de los efectos afrodisiacos de la cantárida, de nuestros amores y nuestros hijos, como si se tratase de las manzanas de oro que custodiaban las Hespérides en su jardín. Esas manzanas que Hércules propuso robar a Atlas, a cambio de sujetar el cielo mientras perpetraba el hurto. ¡Hasta el lunes!

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Rafael Guardiola Iranzo

Sábado, 9 de Noviembre de 2019

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