Homenaje a Federico García Lorca con motivo del centésimo vigésimo aniversario de su nacimiento – 5 de Junio de 1898 – 5 de Junio de 2018 – II/ Pintura de Nuria Vicente y poemas de Miguel Ángel Ávila Cabezas, Sebastián Gámez Millán, Luis García Montero, María Ángeles Rodríguez Marmolejo y Alessandro Spoladore

Homenaje a Federico García Lorca con motivo del centésimo vigésimo aniversario de su nacimiento – 5 de Junio de 1898 – 5 de Junio de 2018 – II/ Pintura de Nuria Vicente y poemas de Miguel Ángel Ávila Cabezas, Sebastián Gámez Millán, Luis García Montero, María Ángeles Rodríguez Marmolejo y Alessandro Spoladore

Homenaje a Federico García Lorca con motivo del centésimo vigésimo aniversario de su nacimiento – 5 de Junio de 1898 – 5 de Junio de 2018 – II

 

*

 

Nuria Vicente – «Este llanto de sangre…» – MT – Acrílico con punta seca – 2018

 

*

 

El sueño del poeta

Era tan hermoso el mundo, el mundo

que tus ojos asombrados descubrían,

a cada paso,

por los cuatro puntos cardinales del sueño…

Era tan hermoso todo lo que tocabas

con las manos llenas de luz (de luz siempre):

el pan candeal de la mañana, el trigo verde de la vega,

el agua del río, la guitarra, los ojos del piano

(que ven la música a lo lejos venir como un jinete

cabalgando incansable por la noche y el día),

la nieve de la sierra y el mar… tan lejano

y entrando en tu corazón y en tu memoria…,

un niño también

y el cuerpo leve de aquel muchacho que eras tú

incendiado de amor por todas las cosas bellas

y humildes

de este mundo….

Era todo tan hermoso

(y tan sencillo)

que desde entonces soñabas ya tu muerte.

 

 

En la ciudad maldita, roñosa y traicionera,

concertaron tu muerte por pasillos oscuros,

por iglesias alzadas al dios de la infamia,

en los palcos de un teatro de soberano nombre,

en despachos infectos de serpientes,

en sombríos prostíbulos

y en atestados dormitorios,

solamente,

de cadáveres… y envidia.

Tras las miradas torvas se asomaba tu muerte

a las ventanas de las casas yermas

y vencidas por la carcoma del odio y la calumnia.

Y tú soñabas ya tu muerte sabiéndola más cerca,

cada vez más cerca de ti,

yendo tras de ti sigilosa y callada,

pegada a la sombra de aquél que entrando en un portal

anota allí con mano apresurada

el día y la hora convenientes

en el cuaderno de las delaciones.

(Así la muerte iba contigo a todas horas

tras el perfil del viento que dobla las esquinas).

Tu muerte, sí, estaba ya rondando

por las alcantarillas donde iban a parar

(agua que no desemboca)

las mentiras de una ciudad que siempre temió la risa

e hizo desprecio a la alegría.

 

 

Allá donde las ratas firmaron tu sentencia.

Allá

tu muerte soñada por ti

en el vacío.

(Sin pan, sin niño… sin piano).

 

 

[de Aguas salobres] [1]

Miguel Ángel Ávila Cabezas

 

*

 

A FEDERICO, CON UNAS VIOLETAS

 

Para Juan Carlos Rodríguez

«Mas no pueden pasar sobre esa sombra
Algunas violetas,
Y es grato así dejarlas,
Frescas entre la niebla…»

LUIS  CERNUDA

 

I

Has llegado de nuevo.Te esperaba
para tenderte el brazo perdido de los humos.
La curva de los muelles, la soledad ajena
de Columbia University
y esta ceniza fría
en los párpados rotos
de la ciudad sin sueño

Imagínate ahora
aquel cielo cansado,
aquellos ojos tuyos
de mil novecientos veintinueve,
extraviados entonces,
recorriendo los puentes
con un gesto sin fondo.

En este Sur
de vigas y de luces
puede llegar la muerte una mañana,
pero extraña
las experiencias que tiene la historia entre sus muslos
de milenario amor,
paciente amor salvaje
contra todos nosotros.

Imagínate ahora
los andamios,
la habitación vacía y el deseo
hundido como un barco
que buscara el suicidio.

Has llegado hasta Harlem,
bajo el sordo rumor de los moteros
vas a quedarte mudo,
con tu sudor a solas, con el miedo,
para ver como cierra los ojos de la muerte
cómo besa los labios de su último amante.
Era mil novecientos veintenueve.
No debió ser extraño,
porque estaba allí después de todo,
sobre el turbio desagüe de la vida.

 

II

 

Y recuerdo una brisa triste por los olivos.

Después
de la prisa cansada de los últimos trenes
nada vuelve. Sólo queda
tu rostro sobre Brodway
y es difícil, de tanta soledad,
cerrar los ojos sin dudar que existes.

Absurda
esta lengua de fuego que parte del horizonte,
que se extiende indomable sobre los corazones,
multiforme y herida,
que revienta y parece
la sonrisa forzada de una máscara rota.

Sola
la ciudad se disfraza en un escalofrío
y sus ojos te apuntan
lineados y ciegos
como un rastro de dientes que se olvide en los hombros

Entonces
el alcohol es la sangre que desnuda los labios,
porque viene la noche,
porque llega la muerte sobre un brazo doblado
para dejarte a solas con tus años.

Triste por los olivos,
mientras Harlem entorna sus ventanas,
el tiempo es una brisa que ya nadie recuerda.

 

III

 

Aquí,
después de tantos años y una guerra,
todo es como entonces.

En la voz aguardiente de los tiempos
el horario es el mismo, los abrazos cansados
siguen llegando tarde
y la vida entristece
como un golpe de niebla escondido en las manos.

Aquellos ojos nuestros
esperan ser tendidos
sobre mil novecientos diecisiete
corazones en sitio.
Ya ves, sólo decirte
que es posible la vida, que me espera
como una herida abierta sobre otra bocana,
para surgir debajo de los números,
romper la soledad, tomar la calle
y disponer las fechas en su sitio.

Hoy no puede pesar sobre esta sombra
un ramo de violetas,
y es dulce así dejarlas
frescas entre la niebla
con un rumor de cuerpos que no cesa
y esta lágrima extraña
que llamamos historia.

 

 

[de El jardín extranjero] [2]

Luis García Montero

 

*

 

La última mirada

 

Solo, ante una multitud ignorante y canalla
que forjó, incompasible, la traición
anudando clavos y cerrojos
al paso de las flores.
Solo, porque una mitad de su canción
se enfrentó al silencio, y la otra,
fue Carpe diem en la esencia del sueño.
Solo, como un poeta.
Sin más andamiaje que la imaginación
y la inocencia para edificar la noche.
Solo, con la grandeza de un lápiz
entre sus dedos de viento y mar.
Solo, pero lleno de versos altos, pudorosos,
coloridos, profundos, alegres,
heridos, tangibles, eternos,…
Solo, envuelto en yedra y crepúsculo rojo
para taconear, como ángel gigantesco y mágico,
al ritmo de la locura y la certeza por el cielo.
Solo, cuando la sangre que rezuma
de los campos alimenta de pena y rabia
el recuerdo, pero no devuelve la vida.
Solo, preso del suspiro y el desmayo,
A cuestas con la sombra verde de sus ramas
y la palidez marmórea del miedo.
Solo, mira la luna por última vez
antes de entregarse, como escarcha,
a la muerte sonámbula que tiembla ya
por los tejados de la ciudad de Granada.
Y cuando ella, sola, lo mira,
dormido ya al oleaje del mundo,
pronuncia su nombre con dulzura,
se traga muy hondo su esencia
y nos revela en su palabra
el misterio insondable del hombre.

 

María Ángeles Rodríguez Marmolejo

 

*

 

Los restos de F. G. L.

 

No, no lo desenterréis ya,
aunque no ignore que no hay justicia sin verdad;
no, no lo desenterréis ya,
porque a estas alturas el símbolo
en el que se ha erigido
vale más que su calavera de gusanos secos;
no, no lo desenterréis ya,
porque fuera de la tierra
acaso será un cuerpo más sin vida,
pero dentro de ella,
sin saber exactamente dónde,
podrá seguir siendo el símbolo, inextinguible,
de la memoria de cuantos desaparecieron.

 

Sebastián Gámez Millán

 

*

 

 

ANDALUSIA

 

A Federico García Lorca

 

È la terra del poeta,
landa ticchettante sfama
al battito della luna,
sgorga dalla roccia
dell’olivastro terreno
la passione viscerale
che porta la crepuscolare emozione
dell’errante ramingo baciato dal mare,
il suolo è ferito da uno spasimante

ritmo

lamento

isola passione di un’orbe sconcertante
ove il sangue dà vita ad una mortale arte
risuscitante strazio musicale
illumina la luna
più del sole proiettante,
canto d’amore perduto nell’animo
dell’arido passo suonato dal pianto.

È morto il poeta
mar placido
a ciel sereno.

Questo è il segreto del toro ansimante
e vibra la voce del vento cantante
riarso e rovente come l’amante.

 

 

ANDALUCÍA

 

A Federico García Lorca

 

En la tierra del poeta
la guitarra sacia
el latido de la luna.
Noche de roca y olivar.
La sanguínea pasión
que lleva la emoción crepuscular
del errante peregrino besado por la mar.
Herida tierra de amantes secos.

Ritmo.

Lamento.

Pasión de una mágica orbe
donde la sangre da vida a un mortal Arte.

Tormento musical
alumbra la luna,

himno de amor perdido en el alma
del árido paso tocado por el llanto.

Ha muerto el poeta,
en mar plácido
y cielo sereno.

Secreto de toro jadeante
vibra la voz del viento cantante
yermo y ardiente como el amante.

 

 

[de La Sonata del lirio – La Sonata del giglio] [3]

Alessandro Spoladore

*

__________

Notas

  1. Miguel Ángel Ávila Cabezas. Aguas salobres. Editorial Alhulia S.I., Salobreña, Granada, 2000. ISBN: 978-84-9513-634-3.
  2. Luis García Montero. El jardín extranjero. Precedido de poemas de «Tristia». Ediciones Hiperión, Madrid, 1989. ISBN:  978-84-7517-281-1.
  3. Alessandro Spoladore. La Sonata del lirio – La Sonata del Giglio. Edición bilingüe español – italiano. Prólogo de Josué Bonnín de Góngora. Ars Poética [Colección 3 Ars Nova], Oviedo, 2017. ISBN: 978-84-946768-6-4.

.