La hondura de la vida en «Aquí», de Francisco Caro – Una reseña de Pedro García Cueto

La hondura de la vida en Aquí, de Francisco Caro [Reseña]
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La hondura de la vida en Aquí, de Francisco Caro
Francisco Caro, de origen manchego y hombre cálido y afable que ya ha cultivado la poesía en bastantes libros, con premios incluidos, llega con Aquí a un punto donde el lenguaje se hace hondura, donde lo sencillo cobra altura, en ese afán de ver en la vida su luz cenital.
Publicado por la editorial Mahalta, hay en el libro una llama, un fulgor que todo lo envuelve, algunos poemas ya aparecidos y otros inéditos dan al libro su paisaje, su tejido vital. Comienza con Días y tierra, en este apartado el recuerdo llega con poemas como “Verano de 1956”:
“Si pudiera volver / a ser feliz, / a la cal y a la tierra, / a la altura inocente / y al verano de un niño entre albañiles”.
Y recuerda a sus tíos, Luis y Restituto, desde la sencillez de un paisaje manchego, de esa claridad que da un cielo donde el trabajo y el esfuerzo lo sedimentan todo. Esa labor para hacer ese pozo que es ya huella de un pasado feliz.
En “Levanta, hijo” llega la escuela y el olor de la madre que lo cubre todo, porque somos hijos del tiempo y del pasado y de lo que la niñez nos ha dejado:
“Yo quiero que me hagas, / como otras veces, madre, / con un poco de nieve, con azúcar, / una “gloria” con zumo de naranja”.
Y en la segunda parte titulada “Patio, y en ocasiones agosto”, podemos sentir la casa, su respiración y su latido. Francisco Caro hace del verso humildad y entrega, como si en el aire de su tierra un fulgor quedase, invisible pero siempre puro:
“Esta casa. / alzada en lo que antes fuera huerto, / nació cuando mis hijas. / con ellas, para ellas”.
En la poesía de Caro hay ese afecto, ese tejer los lazos del tiempo y de los seres que ha amado y a los que se ha entregado con fervor. La casa entonces es la dicha de vivir:
“Vivirla ha sido siempre y desde entonces / un trajinar alegre”.
Y en “El sol, el polvo” ese campo de su tierra que araña pero ama, ese espacio donde pesa el tiempo pero es leve en realidad. Francisco Caro siente el latido de la tierra, su huella en él:
“El campo es avaricia, meseta ronca, / un animal sediento que araña las cortezas, / que en inclemencia ciñe / la agrietada cintura de cualquier caminante”.
Y esa conjunción entre respirar y escribir en otro verso, como si la escritura fuera el oxígeno que nos mantiene en la vida. Francisco Caro sabe del dolor y de la importancia de la letra impresa como luz entre las sombras del tiempo.
Y en el tercer apartado titulado “Respiraciones”, Caro entiende el mundo del hacedor, como el que escribe versos o ara la tierra o el padre que extiende las telas y corta para hacer un traje. En esa simbiosis de la labor artesana dice en el poema “Esta mano” lo que sigue:
“Esta mano que ahora / -veinticuatro y diciembre- / se ocupa de escribir nubes, renglones, / es la misma que usara / José el tejero / para domar la greda. / para decirle al barro que somos uno, / sin que el agua y la paja osaran nunca / contradecirle”.
Al igual que el abuelo que guiara mulas, la mano del poeta es la del artesano que al escribir respira en un mundo que se hace siempre, que se despierta vivo y fértil, donde el poeta es también el campesino que ara la tierra.
Hay una búsqueda en la poesía de Francisco Caro de unir los tejidos emocionales de sus seres queridos, todos ellos hacedores del mundo, como si se reencontrasen a través de la palabra poética de Caro.
Porque hay en el poeta luz que al decir el verso crea un mundo, lo arraiga al paisaje, lo hace amanecer, cada verso es una puntada al cielo para que se abra de nuevo y vivan los seres queridos para siempre.
Aquí es un libro hermoso, donde Francisco Caro es el amanuense de un mundo que se despierta y que ya no tiene edad, es siempre nuevo, donde resucitan los seres amados a través del verso luminoso de Caro.
Y termino con la emoción que da la evocación en el poema a Nicolás del Hierro, poeta y maestro, en el poema “Seis de mayo en la Fuenteagría, frente a la estela, con Nicolás del Hierro”:
“Nos hemos reunido / para volver a ti / una vez que tu sangre, / desde enero de este año diecisiete, / ya es tierra con la tierra; / dicen que lo lejano / no puede ser instante, pero tú / has vuelto con nosotros, y nos dices: / Ya es primavera, hijo, y los sembrados…”.
Todo ese paisaje de Piebrabuena que los une, ese tejido que los enlaza, como si el tiempo no muriese, nos llega al interior y se torna en emoción. Por ello, el libro se llama Aquí porque todo regresa, nada muere si somos capaces de amarlo para siempre. Nicolás y Paco se encuentran en la inmensidad de un paisaje que ya es eterno, como la luz del amanecer.
Sin duda alguna, la hondura de la poesía de Francisco Caro nos llega y nos alumbra. Un bello libro de un gran poeta manchego, ganador del Premio de Poesía que concede la Institución Alfonso el Magnánimo por su trayectoria poética.
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Pedro García Cueto
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Nota
Francisco Caro. Aquí. Mahalta Ediciones, Piedrabuena [Ciudad Real], 2021. ISBN: 978-84-122752-0-9 .
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