«Libertà per la storia. Inquisizioni postmoderne e altre aberrazioni» [Traducción al italiano de «Liberté pour l’histoire»], de Pierre Nora & Françoise Chandernagor – Una reseña de Juan M. de Lara Vázquez

«Libertà per la storia. Inquisizioni postmoderne e altre aberrazioni» [Traducción al italiano de «Liberté pour l’histoire»], de Pierre Nora & Françoise Chandernagor – Una reseña de Juan M. de Lara Vázquez

Libertà per la storia. Inquisizioni postmoderne e altre aberrazioni [Traducción al italiano de Liberté pour l’histoire], de Pierre Nora & Françoise Chandernagor – [Reseña]

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Libertà per la storia. Inquisizioni postmoderne e altre aberrazioni [Traducción al italiano de Liberté pour l’histoire], de Pierre Nora y Françoise Chandernagor

Hace pocos meses la casa editorial italiana Medusa publicó la traducción del texto Liberté pour l’histoire editado en lengua francesa en el 2008 por los estudiosos Pierre Nora y Françoise Chandernagor. Aún ausente en nuestra lengua, este trabajo, representa la respuesta oficial de muchos estudiosos, que se han organizado alrededor de la asociación Liberté pour l’histoire, fundada y presidida por los dos autores ante la peligrosa tendencia de las “leyes de la memoria”. Estas comienzan con la ley del 13 de julio de 1990, conocida como Ley Gayssot, que preveía una serie se sanciones penales para quienes fueran condenados por poner en duda la existencia de algunos crímenes contra la humanidad. Siguieron otras iniciativas legislativas que llevaron a la decisión marco 2008/913/GAI [1], que buscaba que los diferentes países de la Unión Europea adoptaran la misma línea.  El libro en su edición italiana es introducido por el historiador Franco Cardini, que analiza la manera en la que lo políticamente correcto, y su evolución sectorial del “históricamente correcto”, nacidos para defender la libertad y la dignidad de todos, se han convertido paradójicamente en una cadena infinita de prohibiciones y de reglas que lo que están consiguiendo es limitar, e incluso negar, la libertad de investigación historiográfica. Nora y Chandernagor recuerdan en los dos ensayos que componen el libro la importancia de que la investigación histórica no sea limitada por nada que no provenga de sus estatutos internos. La historia, afirma Cardini, “no tiene la función de juzgar a nivel ético, sino que debe comprender las razones intrínsecas de los eventos que la constituyen” [2] (p.11). Asimismo, afirma que “la historia es la ciencia del particular, y la corrección de este o aquel aspecto de datos que parecían definitivos forma parte del trabajo del historiador” (p. 15).

En su primera parte Nora explica la doble problematicidad de retroactividad sin límites y de victimización generalizada del pasado que produce la promulgación de la Ley Gayssot y el utilizo despropositado de la noción de crimen contra la humanidad. Nora afirma que la historia es “una continua sucesión de crímenes contra la humanidad” (p. 27) y lo que parecía en principio un fenómeno poderosamente liberatorio, es decir la aparición de las memorias de las minorías en busca de emancipación, se ha transformado posteriormente en una sucesión de presiones por parte de grupos de memoria mas interesados en la primacía de su lectura particular de los hechos. Parece probable, según Nora, que nuestras sociedades, al observar un pasado lleno de violencia y de guerras, intente negarlo apriorísticamente y condenarlo instaurando numerosas ceremonias para “espiar” hipotéticas culpas de generaciones pasadas.

En la segunda parte del libro Chandernagor, vicepresidente de la asociación, se ocupa también de los aspectos jurídicos de la cuestión. Las leyes de la memoria, junto a la “mundialización” y a los “particularismos” han tirado por tierra la narración oficial que se contaba en Francia como base de la enseñanza histórica desde hace ciento cincuenta años. La diferencia que se subraya en este capítulo es que esta narrativa oficial jamás había sido impuesta a los universitarios, a los investigadores, a los periodistas y a los escritores. Cualquiera podía completarla o contradecirla: en Francia, como en otros lugares, ningún historiador “disidente” se arriesgaba a ir a la cárcel (p. 38). Con la Ley Gayssot, por primera vez, se creaba implícitamente una nueva categoría jurídica: la de la verdad histórica. La jurista se pregunta acerca de la necesidad de juzgar el pasado, a través de una ley, y se interroga sobre la aplicación de conceptos morales y jurídicos de hoy en día a siglos anteriores. Ante tal deriva legislativa, matiza que generalmente los jueces que tendrán que revisar los textos carecen de una formación histórica, lo cual podría presentar muchos problemas a la hora de juzgar a académicos. La autora afirma que Francia fue el primer país democrático en haber impuesto a sus ciudadanos semejantes leyes “históricas”, pero en esta reseña podemos certificar que la deriva ha superado, además de la barrera de los Alpes, la cordillera de los Pirineos. Durante el año 2020 hemos asistido a este fenómeno en los Estados Unidos y una acentuación del mismo en varios países de Iberoamérica. Concluye su capítulo Chandernagor denunciando que los miembros del Parlamento no pueden sustituirse a los historiadores y que el riesgo es que cualquier conversación, aunque no presentara ni odio ni ofensas, podría ser percibida como ofensiva o ultrajante.

Como afirmaba en 2006 el fundador de la asociación, René Rémond, las leyes de la memoria obedecen a razones meramente electoralistas, que conciernen más a las emociones que a la razón, y que no tienen ninguna legitimidad científica, pues confunden la memoria [3] con la historia [4]. Se trata, sin lugar a duda, de un interesante texto que trata problemas muy actuales y sentidos tanto en España como en el resto de los países de las denominada “democracias occidentales”, y que constituye una amenaza muy seria a la libertad de investigación y de expresión de aquellos que trabajan sobre los documentos y con las nuevas informaciones que pueden salir a la luz.

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Juan M. de Lara Vázquez

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Nota

Pierre Nora & Françoise Chandernagor. Libertà per la storia. Inquisizioni postmoderne e altre aberrazioni. Medusa Edizioni [Collana Argonauti], Milano, 2021. ISBN: 978-8876982835.

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Notas

[1] https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=CELEX:32008F0913&from=IT

[2] p.11: «Da una parte va ripetuto un’ennesima volta che la storia non ha la funzione di giudicare sul piano ético, bensì quella di comprenderé le ragioni intrinseche delle vicende che la costituiscono, le loro dinamiche, i reciproci rapporti di causalità: dall’altra dev’essere seriamente considerato che il carattere intimo di essa non sta per quel che noi possiamo capirne in ciò ch’è davvero accaduto – la verità obiettiva di ciò non sarà mai colta da nessuno –, bensì nei modi secondo i quali i differenti ricercatori l’hanno valutata e ricostruita».

[3] Para una reciente recopilación de estudios que en cambio buscan impulsar la memoria en el ámbito científico véase Sebastién Ledoux, La mémoire, mauvais objet de l’historien?, en Vingtième Siécle. Revue d’Histoire, 2017/1, nº 133, pp. 113-128. Para la traducción al español de este artículo véase Sébastien Ledoux, La memoria, ¿un mal objeto para el historiador?, en Oficio. Revista de Historia e Interdisciplina, nº 13, 2021, pp. 129- 145.

[4] René Rémond, L’Histoire et la loi, en Études. Revue de culture contemporaine, 404/6 (2006), pp. 763-773.

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