Mario Bunge [21 de Septiembre de 1919 – 21 de Septiembre de 2019]: filosofar científicamente y hacer ciencia filosóficamente [Con motivo del Centenario de su nacimiento] – Sebastián Gámez Millán
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Mario Bunge [21 de Septiembre de 1919 – 21 de Septiembre de 2019]: filosofar científicamente y hacer ciencia filosóficamente
Con motivo del centenario de su nacimiento
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“Las pseudociencias son como las pesadillas: se desvanecen cuando se las examina a la luz de la ciencia”.
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Por su infatigable pasión por la verdad, que no decae con los años, por su interés en no desvincular a la filosofía de la ciencia ni a la ciencia de la filosofía, por la amplitud y profundidad de los temas que ha tratado a lo largo de su vasta obra, compuesta por más de cincuenta libros y quinientos artículos, la trayectoria vital y filosófica de Mario Bunge ha sido comparada con uno de los más grandes pensadores del siglo XX, Bertrand Russell.
Bunge estudió en la Universidad Nacional de la Plata, en la que se graduó en Ciencias Físico-Matemáticas (19529. Fue profesor de física y filosofía entre 1956 y 1966 en la Universidad de la Plata y luego en la de Buenos Aires, pero por razones políticas se exilió. Desde 1966 es profesor de Lógica y Metafísica en la Universidad McGill de Montreal. Miembro de la Asociación estadounidense para el Avance de la Ciencia (1984), entre otras instituciones, su obra ha merecido numerosos reconocimientos, entre los que cabe mencionar diecinueve doctorados honoris causa de universidades de América y Europa, y el premio Príncipe de Asturias en 1982.
Se ha definido filosóficamente como realista, cientificista, materialista y sistemático. Por lo que se refiere al realismo, postula que los fenómenos del mundo que nos rodea existen independientemente de que un sujeto los conozca o no y, además, son inteligibles. Respecto al cientificismo, sostiene que el conocimiento más riguroso y eficaz sobre eso que llamamos realidad es el que se consigue a través de los métodos científicos. Con el materialismo se refiere a que todo lo que existe es material o posee un origen material. Por último, con sistemático apunta a su convicción de que todo lo que existe es un sistema o se interrelaciona de modo sistemático.
Polemista extraordinario, Bunge es muy crítico con multitud de disciplinas, desde la propia filosofía y, en particular, algunas de sus corrientes, como el marxismo, la fenomenología, el existencialismo o la hermenéutica, como con el psicoanálisis, la psicología, la medicina tradicional y alternativa, la sociobiología o la economía, entre tantas. Sus argumentaciones pueden parecer dogmáticas, pero conviene entenderlo como un ejercicio de honestidad intelectual con el que intenta defender racionalmente lo que piensa y desenmascarar las pseudociencias o los fenómenos excesivamente ideologizados, ya que practica la tolerancia con las personas, pero la intolerancia con las ideas que carecen de fundamento.
Comenzó a obtener reconocimiento con La ciencia, su método y su filosofía (1960), en la que expone de manera resumida las bases del método científico. Sin embargo su obra principal, y una de las obras filosóficas más ambiciosas de los últimos siglos, es su Tratado de filosofía básica (1974-1989), obra en ocho volúmenes en los que construye un sistema que abarca prácticamente casi todos los campos de la filosofía contemporánea, desde la ontología y la semántica, pasando por la epistemología o la metodología, hasta la ética.
Se le ha criticado a menudo de “cientificista”, de que sólo acepta como conocimiento válido aquel que proviene de la ciencia. No obstante, a lo largo de su trayectoria ha mantenido una serie de virtudes intelectuales propias de la filosofía clásica más valiosa, como mantenerse abierto a la discusión y al trato de múltiples disciplinas, desde la física y las matemáticas a la ética y la política, lejos de la atomización del saber; buscar un conocimiento radical, fundamentado. Y no dejar de criticar y de criticarse, revisando y actualizando sus teorías.
Tal vez el esplendor y la miseria de la filosofía de Bunge resida en su concepción de esta: al pretender que la filosofía sea ciencia o un instrumento esencial de la ciencia, sigue dignificando a la filosofía como la manifestación más elevada del conocimiento humano. Pero al mismo tiempo todas aquellas manifestaciones filosóficas que no sean o no aspiren a ser ciencia, entendiendo “ciencia” como un modelo análogo al de las ciencias naturales, son excluidas como pseudociencias, es decir, disciplinas que se hacen pasar por científicas cuando en realidad no lo son.
Se diría que Bunge pierde de vista la pluralidad de la razón, o sea, que la razón se manifiesta de múltiples maneras y no de una única forma, porque tanto los fines como los medios de las acciones, sean intelectuales o prácticas, son diversos. A diferencia de las ciencias naturales, entre los fines de la ética o de la filosofía política no se encuentra únicamente analizar lo que sucede de facto, sino más bien mantener esa tensión esencial entre lo que es y lo que debe ser para que el ser humano cumpla en la medida de lo posible con el sistema de exigencias recíprocas que implica cualquier convivencia social al tiempo que no renuncia a una felicidad o bienestar digno.
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Sebastián Gámez Millán
Este artículo se publicó originalmente en 100 filósofos españoles y latinoamericanos de Sebastián Gámez Millán, editado por Ilusbooks [Madrid, 2016, pp. 194-197] y hemos decidido publicarlo de nuevo con motivo del centenario en vida del filósofo Mario Augusto Bunge.
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