Recuerdo del profesor Pedro José Chamizo Domínguez
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Recuerdo del profesor Pedro José Chamizo Domínguez
A lo largo de mis estudios de filosofía en la Universidad de Málaga fui alumno del profesor Pedro José Chamizo Domínguez en tres asignaturas: Filosofía del lenguaje, Historia de la Ciencia y, durante los cursos de doctorado, Metodología. En todas ellas aprendí con provecho, si bien es cierto que era más fácil conocer y admirar sus virtudes intelectuales cuando asistían menos alumnos, quizá porque le permitía desprenderse de ciertos prejuicios y mostrarse más cercano. Al fin y al cabo es difícil querer aprender de alguien a quien no se ama o por lo menos se admira.
Quisiera resaltar brevemente algunas de estas virtudes intelectuales. Como filósofo dedicado especialmente al análisis del lenguaje y políglota, posee un extraordinario conocimiento de sus múltiples efectos, cosa que lograba mostrar y poner en práctica en sus clases por medio de la ironía, la metáfora, la traducción, los falsos amigos y otros recursos retóricos. No todo el alumnado compartía por igual sus chistes y su sentido del humor, a veces cambiante, pero sin duda poseía ingenio en sus juegos de palabras, incluso algo más importante, sabiduría, entendido como el arte de saber conducir la vida con prudencia. Para gozar de él tal vez había que percibirlo sin otra intención que la de conocer y asombrarse de las maravillas que produce el lenguaje y el entendimiento. Así me lo imaginaba yo, como un niño jugando, en el mejor sentido del término. Schiller en sus Cartas sobre la educación estética señala que “el hombre solamente juega cuando, en el sentido completo de la palabra, es hombre y solamente es hombre completo cuando juega”.
Era de esos pocos de profesores que podía hablar con conocimiento y propiedad sin sentirse incómodo tanto de la tradición continental como de la analítica. En ambas se desenvolvía con soltura. Acaso porque en los orígenes dedicó su tesis a Montaigne, concretamente a La doctrina de la verdad en Montaigne. Me pregunto si ya entonces se convirtió en un escéptico, sospecho que moderado antes que radical, como lo era el sabio Montaigne. Esta es la razón por la que he elegido sumarme al homenaje con un artículo sobre el autor de los Essais, género que ha cultivado con elegancia y sobre el que ha teorizado con acierto el profesor Chamizo.
Poco después le dedicó un estudio a Ortega y Gasset (Ortega y la cultura española), donde tal vez pudo vislumbrar la importancia cognitiva de las metáforas (“la metáfora es un instrumento mental imprescindible, es una forma del pensamiento científico”, escribía Ortega, siguiendo quizá a Nietzsche al comienzo de “Las dos grandes metáforas”), una de sus líneas de investigación y asunto al que le dedicó un estudio posterior que debería recibir más atención, Metáfora y conocimiento.
Sus publicaciones, ya sean artículos o libros, son una prolongación de la personalidad del profesor Chamizo: hay rigor en la materia investigada y en el uso de los conceptos, claridad y precisión en la prosa, ironía y humor… Por ello, y por todo lo que aprendí, que no cabe en estas líneas, quiero darle las gracias al profesor Pedro José Chamizo Domínguez, y desearle salud y pedirle que no deje de deleitarnos con sus juegos de palabras, su sentido de la ironía y el humor, si no ya en las clases, al menos en artículos y libros que nos aclaren y acompañen.
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Sebastián Gámez Millán