Cuentos muy breves – II – Antonio Báez Rodríguez

Cuentos muy breves – II – Antonio Báez Rodríguez

Cuentos muy breves

 

Dieta

La piba trinchó al hombre como si fuera un pavo. Puso los trozos sobre los platos y los comensales, pensando que se comían un pavo, se jalaron al tipo. Preguntados mucho después si nada les había extrañado, dijeron que todo les había parecido excelente, desde la mantelería hasta el vino. Cuando se les comunicó que habían practicado el canibalismo, algunos de ellos sintieron arcadas, como es lógico. Otros no volvieron a comer carne en su vida. La mujer fue condenada a treinta años de cárcel. A veces la comida traía una pera de postre. Ella, que tenía tendencia a ensimismarse, mordía la pera como si para sobrevivir tuviese que comerse una rata viva.

Fuego

El hotel Troya ardía. Era fascinante: algunos clientes gritaban pidiendo auxilio, otros se arrojaban al vacío desde los últimos pisos. El hombre duro contemplaba distante la magna tragedia desde una esquina con un cigarrillo en los labios. No era un sueño, no era un cuadro ni era una secuencia cinematográfica. El aroma a carne chamuscada conseguía filtrarse entre la pestilencia de los plásticos y otros materiales inflamables. Ella lo miró desde el otro lado de la calle con cierta desesperación. Había conocido, como todos los huéspedes de aquella casa, tiempos mejores. La investigación del seguro encontró pruebas de que había sido un incendio provocado. La policía  atosigó al hombre duro. La mujer dura y el hombre duro acabaron bebiendo juntos. Y durmiendo. Cada vez que él le ponía el fuego por delante para un cigarrillo ella le sujetaba las manos y lo miraba a los ojos, como si quisiese que la llama la devorase, pero ella esperaba del hombre duro mucho más de lo que él estaba dispuesto a darle.

 

Antonio Báez Rodríguez

Categories: Griego para Perros