El Barón Bermejo [Jornada IX: En el santuario de Eucrocia] – José Biedma López
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El Barón Bermejo [Jornada IX: En el santuario de Eucrocia]
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Auricularia auricula-judae. Orejas de judas, setas reviviscentes y comestibles
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En el Monasterio de la Orden Hermética de la Verdad holgaron los cuatro caballeros una segunda jornada, ¡tan engolosinados estaban! Durante el desayuno aprovecharon la ocasión de platicar con algunos colegas de Eucrocia: con Armenio, maestro de danzas nocturnas; con Asarina, astrónoma y cabalista; con Arjitas el Talentoso, constructor de automatismos y máquinas inteligentes; con Juanela de la Torre que enseñaba solfeo al viento ábrego cuando soplaba brisa de poniente, pues entonces Eolo cantaba bellísimo en los huertos del Kepos, gracias a un juego de tubos y vesículas hidráulicas diseñadas por Juanela y abiertas al aire. Ante tamañas maravillas, los caballeros detuvieron o desviaron momentáneamente la orientación principal de su empresa. Radón el Sefardita se interesó por los telares y laboratorios, Álex el Ballestero quiso contemplar corrales y garajes; Tordés, los huertos y la botica; y Bermejo, la biblioteca y el acuario.
A la entrada de la biblioteca un cartel proclamaba en varios idiomas:
CESEN AQUÍ TODA LEY HUMANA, TODA LITURGIA FIDEÍSTA, TODA MEDIACIÓN ECLESIAL, TODA PUBLICIDAD COMERCIAL, TODA PROPAGANDA POLÍTICA, TODA FANFARRIA NACIONALISTA.
CONCENTRE SU ATENCIÓN. NO SE EVADA DE SÍ MISMO, SINO ENTENDIENDO QUÉ ES LO OTRO DE SÍ MISMO. ALÉGRESE POR HABER RENUNCIADO A LA BORRACHERA CONSUMISTA. ALIMENTE SU ESPÍRITU.
GUARDE SILENCIO HASTA QUE TENGA ALGO IMPORTANTE QUE DECIR. CONTESTE SÓLO A QUIEN LO MEREZCA. CONOCER SUS LÍMITES ES SENSATEZ.
CREA EN EL SOBERANO BIEN; CREE EL BIEN POSIBLE SIN FALTARLE EL RESPETO A NADIE.
Lohizo de Casdemiro
Como Bermejo leyó despacio procurando entender, Laura Borgenia, sub-bibliotecaria del Kepos, le comentó que se habían abierto grandes discusiones en la Orden sobre el significado, sentido y suppositio de ese “NADIE” que el maestro Lohizo enfatizó al final de su texto.
- ¿Tal vez aclaráis si es Alguien ese Nadie o si es nombre común o propio? –se atrevió Bermejo a preguntar por aquel interpretar.
- ¡Bah, sutilezas hermenéuticas!… Le hemos preguntado a Lohizo en persona…, sin embargo las respuestas son aún más oscuras que la frase, réplicas ambiguas, refutaciones paradójicas –respondió la hermana Laura.
- ¿En persona? ¡Creía que Lohizo había muerto por caducidad natural hace años!
- ¿No te ha informado la hermana Eucrocia? ¡Y eso que no es parca en el hablar! Lohizo, espíritu peregrino, persevera en su ser como entidad supra-biológica, como alma trashumante. El hermano Lulio Cancanus construyó un modelo con sus emociones dominantes y predisposiciones congénitas, o sea con el temperamento del Maestro. Diseñó otro modelo con sus pautas lógicas, métodos de cálculo y hábitos comunes. Integró ambos patrones de aptitudes y actitudes, es decir, su santo carácter, que plasmó en un software: Lohizo.2 Automejorable. Cuando tenemos una duda grave que compromete la acción y el destino de la Orden o de alguno de sus miembros le preguntamos a Lohizo.2 cómo hemos de actuar o, por decirlo así, qué jugada conviene de acuerdo al marco general de sus cálculos y pensamientos. Si con el tiempo la jugada resulta errónea, Lohizo2 incorpora correciones en su sistema operativo.
- Eso ya era posible para computadoras que jugaban ajedrez en el siglo XXI.
- Sí, pero Lulio ha mejorado la aplicación; el programa incorpora un sistema de representación simbólica creativo, no estrictamente axiomático-deductivo. La biblioteca era un hexágono perfecto con tres plantas. En las tres alturas de dos de sus laterales se acomodaban tratados científicos y manuales técnicos. En un tercer lado, hasta la buhardilla, las grandes obras de la literatura universal por orden cronológico, al costado de la historia del pensamiento. Por último, en los dos laterales restantes: poesía, ficción y grimorios. ¡Allí estaba La vaca de Platón!, ¡allí las runas druidas del Abad Odilón! La traducción medieval del Kitab an-nawamis, que contenía indicaciones para la creación y recreación de entidades vivientes a partir de fluidos seminales, con rituales y encantamientos trasnochados. El Gran Alberto, atribuido al maestro del Aquinate, La Gallina Negra y La Clavícula de Salomón y un montón más de textos herméticos, gnósticos y alquímicos, que Bermejo creía perdidos. Algunos monjes copiaban por gusto o encargo textos antiguos con caligrafías exquisitas y miniaturas refinadas. Como tinta usan la destilada a partir de setas del género Coprinus, sobre todo la Barbuda delicuescente, y otra especie hermana que también emplean como remedio para desintoxicar borrachos, porque a los beodos la seta les produce mareos, retortijones y vómitos. A Bermejo le hubiera gustado abandonarse entre libros y manuscritos toda la mañana, pero era consciente de la empresa que le reclamaba, de la gesta incumplida: el rescate de Lynette. ¿Qué clase de retorcida humillación estaría infligiendo a estas horas el tunante Quejumbroso a Lynette, señora de sus pensamientos? Se evadió de aquella angustia recordando los fermosos cabellos níveos de Eucrocia esparcidos sobre la sábana y nada más salir de la biblioteca preguntó a Laura si Eucrocia era la Madre Superiora o la Abadesa del Kepos.
- No. Eucrocia ya ha cumplido los noventa abriles. El Maestro Lohizo recomendó que impusiéramos la carga de la autoridad a hermanos más jóvenes. Ella es la hermana portera y también la portavoz o encargada de relaciones públicas de nuestro convento.
- ¿Cómo?, ¡yo besé sus tersas carnes anoche! Tardé dos horas en enfriar su fiebre juvenil –esto le murmuró Bermejo, bajito, a la bibliotecaria.
- Tú y muchos otros que llegan hasta aquí caen en sus redes de algodón dulce… Es hermana placera que vuelve sus ojos y antenas a todos los vientos y a todos hace buen semblante por ser de muchos amada y apreciada ¡Biotecnología!, se inventó en el Valle del Silicio bajo la advocación de San Francisco, santo ecologista. Eucrocia eugénica procede de un embrión cuyo ADN fue editado a fines del XXI. Ciertos genes fueron silenciados o reparados y se introdujeron otros con la intención de ampliar su potencial de cordialidad y longevidad, mejorando la empatía jovial de su herencia. Entonces –según nos confesó- se puso de moda el “beneficio procreativo” que seleccionaba rasgos que alargaban la vida del individuo ampliando sus potencias personales a gusto de su progenitora, sobre todo los poderes de relación. Eso fue antes de que triunfara el “altruismo procreativo” como criterio eugenésico. El “altruismo” como biomejora social, no individual, editaba embriones privilegiando las combinaciones genéticas que convenían al Estado, a fin de producir agentes más productivos socialmente, incluso a costa de su bienestar personal. Eucrocia tuvo suerte. Juanela procede de un programa de ediciones “altruistas” diseñada para poseer un magnífico oído, a cambio de su superpoder auditivo padece hiposmia y su fecha de caducidad fue anticipada.
A muchas leguas de distancia la dama Lynette miraba una pecera poco profunda. Acababa de introducir en ella a un luchador de Siam (Betta splendens) de color turquesa. Otro de color mostaza salió como un rayo de su escondite. Una hembra cercana oscurecía su color rosa, desdeñosa. Los machos desplegaban sus sensibles y magníficas aletas dorsales y caudales como irisados abanicos incendiados con tonos azules, amarillos y rojos. No emperezaba el desdén de la princesa sus aletas ni sus furiosos celos. Lynette contemplaba con cuanto ímpetu se atacaban los machos…, hasta que uno de ellos sometió al otro, completó el pecicidio y comenzó a devorarlo. Quería ver también que el triunfador formaba su nido superficial de burbujas para que la hembra pusiera allí sus huevos…
Pero entonces entró Misolinda en la estancia muy alterada, el corazón ardiendo con saña y la cara teñida de muerte, más celosa que Oriana cuando Ardián el enano le contó, tan indiscreto como equivocado, que Amadís prefería a Briolanja, la niña fermosa.
- ¿Te lo puedes creer? A la primera oportunidad que tiene, ¡mi dron Bermejo se acuesta con una nonagenaria! –eso gritaba-. Ni me vale el título de dueña de sus carnes y de su alma. ¡Tendrían que haberlo reducido en edad temprana! Ya vuela el chisme por la Red de chiste. La bibliotecaria de una bizarra orden hermética lo ha colgado en Instagram, ¡la muy corbacha!, ¡no le flagelaran la mala madre con verga de toro! ¿Con la pretensión de desacreditar el amor cortés? Tal vez. ¡Qué humillación! Espero que el Quejumbroso, colérico y sañudo contra el Bermejo, le desuelle vivo si de verdad me ha hecho más que dueña, señora de sus pensamientos.
A Lynette no le hicieron mucha gracia las quejas de su amiga. Queremos decir que no le causaba mucho ni poco deleite el oírlas en ese momento, embobada como estaba con las elegantes evoluciones del luchador turquesa de Siam, pero sí le complacía el saberlas: ¡su galán, su trovador, su voluntario servidor, se entretenía en un monasterio montándoselo con una monja portera, jollamando con una nonagenaria! Siempre había pensado que en el Barón Bermejo había algo raro. ¿No había escogido en su más tierna adolescencia a una mentora cincuentona? Corrieron ríos de tinta sobre aquella relación y en Corazón de Primavera, el famoso programa de Telemunda, se formularon indelicadas preguntas…, estrafalaria mentora la del Bermejo, famosa porque consiguió que su cabello le creciera ocho codos castellanos y porque sólo, sola o acompañada, se tapaba con aquella enorme pelambrera en las noches frías, hechas moño aquellas guedejas apresaban nubes… Al fin, Lynette, contestó conciliadora: - Ahora bajarán las apuestas a favor de Salmanto, tu devoto caballero, ganará favor de las apostadoras. Bermejo cree que me tiene secuestrada, pero no sé si el cebo será suficiente para pescar a ese besugo, a ese atún rojo. Tiene quien le ayude, entre ellos Tordés un envenenador confeso y alevoso.
- También Salmanto cuenta con su hermanastro Pitufo de Gaula y con Gracián de Vasaltar, caballero de moda.
- ¿De qué gracias presume el entero Vasaltar? –inquirió Lynette.
- Las tres vanidades de los Morales de Job: cree merecer su lozanía y bravura, se alaba por lo que no tiene y se considera único. Tanta es su jactancia que no cabe en el mundo. Pretende por la fuerza yacer con quien le pluguiere, sin temor de Dios ni de la justicia, ¡y sin vergüenza de las gentes!
- ¡Me encanta Vasaltar! Malote, ¡malote parece el zángano! – Lynette dejó de mirar a su amiga para seguir las acrobacias con que el luchador de Siam rodeaba a la hembra, empujándole con la boca el vientre, excitando su ovopositor.
Continuará…
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José Biedma López, solsticio de invierno.
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