Escalar la vida
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Georges (Jean-Louis Trintignant) y Anne (Emmanuelle Riva) en un fotograma de la película «Amour», de Michael Haneke [2012]
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“Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.”
Ingmar Bergman
Llevo unos meses escuchando una teoría sobre la vejez que, aunque no puedo encajarla directamente con ninguna de las teorías académicas sobre la vejez, sí que está en cierto modo arraigada en la sociedad actual. Es una visión negativa de la vejez. Me la recuerda con frecuencia mi fisio, un profesional con mucha experiencia tratando ancianos en residencias. Según me cuenta, nuestra mejor versión como personas es cuando somos jóvenes. Es en esa fase de juventud donde todas nuestras mejores cualidades están potenciadas y nuestros defectos minimizados. En el transcurso de la vida los aspectos positivos de nuestra personalidad se van perdiendo, igual que se pierde la fuerza física y la agudeza mental, mientras que los defectos van ocupando cada vez más espacio, aumentan. Según esta teoría la edad potencia los defectos y es debido a esto que los ancianos tienen comportamientos egoístas, mal humor, etc. Me asegura que esto es así salvo en casos excepcionales que yo, afortunadamente, he podido conocer.
Pareciera ser así, pero ¡qué maravilla cuando sucede justo todo lo contrario! ¿Con qué varita mágica han sido tocados estos seres de luz? Cómo se forman estas personas que con los años van soltando lastres, miedos y egoísmos. En lugar de ser imán para todas estas cosas, las repelen, sacan los miedos de sus mentes hasta que se hacen inmunes a ellos. Seguros, alegres, conocen su fin y se encaminan con firmeza hacia él.
En los ojos del joven, arde la llama; en los del viejo, brilla la luz.
Víctor Hugo
Ayer estuve en una residencia de ancianos y he vuelto a ver esa mirada fuerte, esa sonrisa sincera, esa paz. En pocos minutos he sido bendecida y alabada por unos cuantos ancianos, sin sentido aparente ni mérito alguno, yo solo estaba presente. He tenido siempre la inmensa suerte de ver seres así a mi alrededor en momentos clave de mi vida. Intuyo que este es uno de esos momentos. No quería irme de allí, no me hubiese ido…
¿Cómo consigue este tipo de personas sobrevivir a toda la negatividad, todos los problemas, toda la basura que nos rodea sin que aparentemente haga mella en ellos? ¿Cómo crece una flor entre el cemento? Por naturaleza propia y con su propio abono. Son luz que no puede ser contagiada ni alcanzada por la oscuridad circundante. Es su actitud y su inteligencia emocional lo que salva a estas personas mejorando su calidad de vida y evitando el estancamiento, empujándolas a envejecer exitosamente. En otras palabras, unos escalan mientras otros excavan sin control.
Medveded, en 1990, identificó hasta 300 teorías que tratan de explicar el envejecimiento desde distintas perspectivas [1] (biológica y fisiológica, psicológica, social). La mayoría de estas teorías han sido ya desechadas por contradicción con evidencias experimentales. Actualmente no existe una teoría concreta que pueda dar respuesta a la pregunta de por qué envejecemos. Los expertos estiman que la longevidad máxima de la especie humana está alrededor de los 120 años y la mayoría de los modelos explicativos tienen en común la interrelación de factores genéticos y ambientales en una proporción aproximada de 30% factores endógenos y 70% exógenos. Muchas de estas teorías son similares entre sí o compatibles y complementarias, pero ninguna explica el fenómeno biológico completo.
Entre las teorías biológicas están la teoría de los radicales libres (Harman 1956); teorías del reloj biológico y teorías de programación genética (Medvedev 1961, Olovnikov); teorías del error (Pearl 1934, Gehenne 1994); teorías históricas (Brown-Sequard y Voronoff, Waldford 1969, Mainard-Smith 1962).
Entre las psicológicas y sociológicas estarían: – Teoría del desligamiento (Cumming y Henry, 1961) según la cual los ancianos se distancian de la sociedad, se desligan del entorno y se recluyen originando pérdidas afectivas y cognitivas. – Teoría de la actividad (Havighust y Allrecht, 1961) según la cual la pérdida de la actividad contribuye a la disminución de la funcionalidad. Las personas activas retrasan el envejecimiento. – Teoría de la continuidad Havighurst y Neugarten, 1964), el envejecimiento depende la capacidad de la persona para adaptarse al estrés y al medio social en que se encuentra. – Teoría del curso de la vida (Glenn Elder, 1970), la vejez empieza en el nacimiento y tiene lugar hasta la muerte del individuo. -Teoría Psicosocial de Erik Erikson (2000) [2]. Según la cual cuando los adultos entran en una etapa final de la vida su tarea consiste en contemplar su vida en conjunto y con coherencia. Necesitan aceptar su propia vida tal como la han vivido y creer que lo hicieron lo mejor posible en sus circunstancias. Si tienen éxito en esta tarea, habrán desarrollado la integridad del ego. La integridad del ego sólo puede obtenerse tras haber luchado contra la desesperación. Cuando ésta domina, la persona teme la muerte y continúa anhelando la posibilidad de volver a vivirla. Cuando impera la integridad, la persona posee la fuerza propia de su edad, que es la sabiduría. Con la sabiduría el adulto sabe aceptar las limitaciones. El adulto sabio sabe cuándo aceptar el cambio y cuándo oponerse al mismo, cuándo sentarse en silencio y cuándo luchar. Las personas que no consiguen aceptarlo están desesperanzadas, porque ya no tienen tiempo para reaccionar y enmendar aquello con lo que no están de acuerdo.
Hay personas que siguen creciendo y desarrollándose cuando son ancianos. Personas que teniendo una edad avanzada dicen sentirse bien y con un espíritu joven. Sin embargo, hay otras personas que, aunque no tengan enfermedades que se lo impidan, se estancan, no avanzan. Parece haber características que facilitan la vivencia de la vejez como una experiencia positiva: la aceptación serena de los elementos propios de la edad; la actitud optimista respecto a las propias posibilidades; mantener cierta autonomía para poner en primer plano el propio proyecto vital, que permita al mismo tiempo seguir conectado al entorno social, familiar y personal; y una actitud flexible en los momentos de dependencia.
Esta diversidad que se aprecia en la forma de vivir la vejez no es cuestión de azar. En gran medida se debe a los entornos físicos y sociales de las personas, pero también a las decisiones tomadas a lo largo de la vida. Con frecuencia se da por supuesto que las personas mayores son frágiles o dependientes y una carga para la sociedad. Sin embargo, al hacernos mayores -a no ser que tengamos enfermedades como Alzheimer o demencias seniles- ganamos experiencia y sabiduría y también mejoran algunos aspectos de nuestra salud. Hay investigaciones que demuestran que este proceso conlleva mejoras físicas y psíquicas. Entre ellas destacarían las siguientes:
Más capacidad intelectual: El paso de los años provoca en nuestra mente mejoras en algunas funciones cerebrales como el pensamiento reflexivo, el vocabulario o la memoria a largo plazo. La clave está en mantener la actividad cerebral. En este sentido, nuestra mente responde como nuestro cuerpo cuando entrenamos: cuánto más nos cueste el ejercicio, mayores serán los beneficios. Debido a esto los expertos recomiendan aprender un idioma o tocar un instrumento a partir de los 50 (Lutz Jäncke; Gottfried Schlaug; Muriel Lezak).
Mayor sentimiento de plenitud: Tendemos a ser más felices a medida que nos hacemos mayores por una cuestión química. Una investigación publicada en la revista PNAS revela que los Estudios de la Universidad de California aseguran que una “longevidad extrema” se asocia con la dopamina, el neurotransmisor responsable de las sensaciones placenteras ( Robert Moyzis, Nora Volkow) [3]. Los adultos que superan el medio siglo de vida son más felices, experimentan menos estrés y se preocupan menos que los que tienen treinta años menos (Arthur A. Stone) [4].
Dormimos mejor: Las personas mayores sufren menos trastornos del sueño. Así lo indica un estudio de la Universidad de Pensilvania. El resultado rompe con la creencia popular de que al cumplir años dormimos menos y peor (Michael Gardner, revista Sleep) [5].
La calidad de vida depende más que nunca de las decisiones que vayamos tomando a lo largo de la vida. Así, por ejemplo, según estudios de la OMS las enfermedades del corazón y el cáncer son las principales causas médicas de muerte en el mundo. La enfermedad cardíaca y el cáncer son enfermedades provocadas fundamentalmente por fumar y tener sobrepeso. Ambas cosas son el resultado de decisiones tomadas por cada individuo. Con diferentes elecciones personales tales circunstancias podrían haber sido evitadas. Otras decisiones personales que conducen a muertes prematuras incluyen beber demasiado alcohol, accidentes de coche, el homicidio y el suicidio, someterse o no a determinadas operaciones quirúrgicas o tratamientos.
Envejece bruscamente aquel que ha llegado a su horizonte personal, tenga la edad que tenga. Quien se detiene se estanca y si ya no tiene sueños por los que luchar o no quiere luchar por ellos, ha envejecido. El horizonte, el límite, debe estar siempre lejos o ser sustituido por otro más lejano. Esto no significa que no envejeceremos porque el tiempo transcurre para todos, sino que envejeceremos más lentamente. Sin embargo, no aprovechar el tiempo del que disponemos envejece prematuramente. En casi todas las etapas de la vida, incluyendo la vejez, se puede hacer más de lo que se hace, estar más activo. Se envejece también bruscamente por tensiones emocionales. El dolor emocional profundo es quizás una de las causas que conducen a un envejecimiento prematuro.
Todas las teorías del envejecimiento están hoy en día obsoletas. En general los especialistas tienen muchas esperanzas en mejorías rápidas en la longevidad humana, algunas de ellas imprevisibles y derivadas de lo que ya se conoce como la cuarta revolución industrial. La tecnología tridimensional ha entrado de lleno en la era digital y en la medicina actualmente imprimiendo piel, huesos y prótesis. En breve, se conseguirán órganos completos de sustitución. Por no hablar de desarrollos como el riñón biónico, mezcla de componentes biológicos y tecnológicos. Está compuesto de células renales vivas sobre un microchip de silicio. Superar el límite biológico de los 120 años no resultará difícil con todos estos avances. Es posible incluso que la especie humana llegue a rozar la inmortalidad si no se autodestruye antes. Posiblemente lo más difícil de conseguir sea llegar en buenas condiciones psíquicas. Hay cosas que todos podemos hacer para evolucionar y mantener la mente abierta a nuevas experiencias: ejercicios mentales, escribir a mano, leer, aprender idiomas, viajar, hacer deporte, dieta adecuada, mindfulness, meditación, pasear. No obstante, lo más importante para alcanzar una vejez exitosa es el desarrollo de la inteligencia emocional. Podemos seguir creciendo siempre que sepamos hacer un uso correcto de nuestros recursos mentales, de todas las competencias que hemos ido desarrollando en el discurso de la vida. En eso, creo yo, consiste la auténtica “sabiduría”.
Al parecer, es posible que yo envejezca. Espero saber y poder envejecer con éxito. En mis planes está escalar la vida, no excavarla sin control. Excavar se excava sólo temporalmente hacia dentro, para conocernos, para explorarnos. Pero sólo una mente dominada puede arrojar luz en nuestro interior. Primero hay que acallar el griterío de la mente, silenciarla para que pueda surgir la voz del Yo e ir ganando así eficacia en la búsqueda interior. Para dedicarse a excavar en nuestro interior la mente debe ser fuerte:
“Se necesita una determinada forma de excavar, un cierto tipo de arqueología interna, para llegar a descubrir nuestra totalidad, aunque esté muy bien cubierta bajo capas de opiniones, de cosas que nos gustan y nos disgustan y por la densa niebla de los pensamientos y hábitos inconscientes y automáticos, por no mencionar el dolor” [6]
Excavar primero desde una mente fuerte y dominada para poder escalar después con eficiencia. Es el valor que nos recuerda el aforismo griego “Conócete a ti mismo” que, por encontrarse en el Templo de Apolo en Delfos, se considera una recomendación de los dioses. Recomendación de futuro, no de pasado, porque quien llega a conocerse a sí mismo es capaz de gobernarse y ese control de sí mismo es lo que nos permite escalar peldaños a la cima de nuestra vida, hacia nuestra felicidad. Es, en definitiva, lo que nos permite seguir creciendo aún en la vejez.
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María José Edreira Vázquez
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Notas
- Medvedev, Zhores A. An attempt at a rational classification of theories of ageing. Biological Reviews, 1990, 65, 375-398.
- Erikson, Erik. El ciclo vital completado. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, 2000.
- Nora D. Volkow, Robert K. Moyzis et al. DRD4 Genotype Predicts Longevity in Mouse and Human. Journal of Neuroscience 2 January 2013, 33 (1) 286-291; DOI: https://doi.org/10.1523/JNEUROSCI.3515-12.2013.
- Arthur A. Stone, Joseph E. Schwartz, Joan E. Broderick, and Angus Deaton. – A snapshot of the age distribution of psychological well-being in the United States. PNAS June 1, 2010, 107 (22) 9985-9990; https://doi.org/10.1073/pnas.1003744107.
- Gradisar M1, Gardner G, Dohnt H. Recent worldwide sleep patterns and problems during adolescence: a review and meta-analysis of age, region, and sleep. Sleep Med 2011 Feb;12(2):110-8. doi: 10.1016/j.sleep.2010.11.008. Epub
- Kabat-Zinn, Jon. El Poder de la Atención, Barcelona: Editorial Kairós, 2010.