Maestros de la Comedia – II / A Night at the Opera [Sam Wood / Edmund Goulding, 1935] – Harpo Marx

Maestros de la Comedia – II / A Night at the Opera [Sam Wood / Edmund Goulding, 1935] – Harpo Marx

Dedicado a los miembros, amigos y colaboradores del Café Montaigne (y a esos vecinos que pasan a veces a ver si le dejas algo de leche y, ya de paso, se quedan todo el fin de semana), ese «camarote» repleto de pícaros libertinos y sesudos librepensadores, mujeres y hombres lascivos y sin linaje, como Charles Chaplin, Buster Keaton, Harold Lloyd y los Hermanos Marx.

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«Hace muchos años un hombre muy sabio llamado Bernard Baruch me llevó aparte y me puso el brazo sobre los hombros.

– Harpo, hijo mío -me dijo-. Voy a darte tres consejos, tres cosas que debes recordar siempre.

Mi corazón se aceleró y me puso rojo de expectación. Iba a oír la fórmula mágica para lograr una vida rica y plena, de labios del maestro en persona.

– ¿Sí señor? – le dije. Y me dijo las tres cosas.

Me arrepiento de haber olvidado cuáles eran.»[1]

 

 

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«Al cambiar el siglo en 1900, la gente intentó empezar el siglo con borrón y cuenta nueva. Algunos olvidaron antiguas deudas. Algunos limpiaron su expediente cambiándose de nombre. Otros iniciaron una nueva vida dejando el whisky de centeno, las palabrotas o el rapé. La junta de Educación de la ciudad de Nueva York lo hizo promoviendo a Adolph Marx al segundo curso.

Fue un gesto noble, pero no funcionó. El año y medio que se pasó Adolph Marx en el segundo curso fue un desperdicio de tiempo y de dinero de los contribuyentes todavía mayor que el año que había pasado flotando y soñando por el primer curso.

(Adolph es el nombre que me pusieron cuando nací, en la ciudad de Nueva York, en 1893 [Harpo se equivoca con la fecha -¿intencionadamente?-, puesto que el año de su nacimiento fue 1888]. Harpo es el nombre que me pusieron en una partida de póquer veinticinco años después. En la misma partida, mi hermano Leonard se convirtió en Chico, Julius en Groucho, Milton en Gummo y Herbert se convirtió más tarde en Zeppo. Esas agarraderas aguantaron firmemente desde el momento en que nos las atornillaron.»[2]

 

 

 

«Cuando entregaron el primer borrador de nuestro guión, nosotros pensamos que era formidable. Thalberg [Irving] pensó que era bueno, pero ni mucho menos suficientemente bueno. la única forma de redondearlo, dijo, era que lo llevásemos de gira para probarlo con el público en directo.

Así que nos fuimos de gira con Una noche en la ópera. Thalberg tenía toda la razón. Algunos de los números favoritos de los guionistas no obtuvieron ni una sonrisa. Así que fueron eliminados. Por otra parte, cosas que habíamos improvisado sobre la marcha, como «la escena del camarote», entraron en el guión de la filmación. Tal y como estaba escrito -un  grupo de tipos se amontonan en un camarote sin razón aparente para ello- , este fragmento no tenía gracia en el teatro. Los escritores se deprimieron al darse cuenta y decidieron eliminarlo. Pero nosotros decidimos darle una oportunidad.

Así que aquella noche lo hicimos a nuestro modo. Groucho, que debía ordenar la cena a un camarero mientras le empujaban a un rincón del atiborrado camarote, dijo:

– Y un huevo duro…

Yo hice sonar mi bocina.

– Que sean dos huevos duros – dijo Groucho.

El público se echó a reír y, así de sencillamente, un churro se convirtió en un clásico. La escena del camarote sigue siendo el número más recordado de todos los que representaron los Hermanos Marx.»[3]

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[Marx Brothers – A Night at the Opera – Cabin Scene – Original Version]

 

 

[Hermanos Marx – Una noche en la ópera – Secuencia del camarote – Versión en español]

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«El preestreno secreto de Una noche en la ópera tuvo lugar en un teatro de Long Beach. Todos los Marx estaban allí, junto con las altas jerarquías de la M-G-M. Cuando los títulos aparecieron en la pantalla, el público soltó una carcajada. Fue a última. Para ellos, el film era un desastre, un bodrio, un fracaso. Cuando terminó, nos quedamos todos en la acera, delante del teatro, acurrucados junto a Thalberg, anonadados. Era algo que no nos había vuelto a suceder desde la noche en que naufragamos en el Teatro Royal, dieciséis años atrás. No lográbamos entenderlo.

Veo a Thalberg susurrar algo al oído de unos de sus ayudantes. Éstos entran corriendo en el teatro y vuelven con la película, en seis latas. Thalberg anuncia a todos los dolientes de la acera que la película se volverá a pasar en el teatro de enfrente. Se niega a aceptar el veredicto de un público: se ha jugado demasiado en este negocio. Todos cruzamos la calle, arrastrando los pies.

Así que volvieron a pasar la película. La diferencia fue como de la noche al día. Esta vez el público se rió cuando los títulos aparecieron y no dejó de reírse hasta el final, en que silbaron y aplaudieron. Era decididamente un éxito. Los ejecutivos de la M-G-M se abrazaban y besaban entre sí. Chico fue a llamar a su corredor de apuestas. Groucho dijo:

– ¡Por fin! ¡Ahora podré completar mi colección de The Book of Knowledge!

Mi acompañante me dijo:

– Ahora puedes comprar nuestra casa, Harpo – y yo dije que claro que podía. Reacción retardada: tres horas más tarde, en la cama, me di cuenta de que Susan había dicho «nuestra casa».»[4]

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[Marx Brothers – A Night at the Opera – Original Version]

 

 

 

[Hermanos Marx – Una noche en la ópera – Versión en español]

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Notas

[1] Marx, Harpo. ¡Harpo Habla!, Editorial Seixx Barral, Barcelona, 2010 [Traducción de Paloma Villegas. Con la colaboración de Rowland Barber. Ilustraciones de Susan Marx. Prólogo de Elvira Lindo], p. 23.

 
[2] Ibid., p. 25 [La explicación de lo que significan sus nombres artísticos y del extraño modo en que terminan, siempre en «o», se encuentra en las páginas 174 y 175]

[3] Ibid., p. 492.

[4] Ibid., p. 498. [La acompañante era Susan Fleming, que después sería Marx. El chiste, un delicioso juego de palabras que realizó el malicioso Harpo en relación con «Fleming», el apellido de soltera de Susan, se puede encontrar en la página 475]

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