Último canto a la vida / Eso que tú me das [Con motivo de la realización de «Eso que tú me das – Última charla con Pau Donés», documental dirigido por Jordi Évole & Ramón Lara] – Sebastián Gámez Millán

Último canto a la vida / Eso que tú me das [Con motivo de la realización de «Eso que tú me das – Última charla con Pau Donés», documental dirigido por Jordi Évole & Ramón Lara] – Sebastián Gámez Millán

Último canto a la vida / Eso que tú me das [Con motivo de la realización de Eso que tú me das – Última charla con Pau Donés, documental dirigido por Jordi Évole & Ramón Lara]

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Último canto a la vida / Eso que tú me das

“Un hombre libre en nada piensa menos que en la muerte, y su sabiduría no es una meditación de la muerte, sino de la vida”, escribió el filósofo Baruch Spinoza en la proposición LXVII de su Ética demostrada según el orden geométrico. Lo que hay o no hay más allá de la vida permanece desconocido, aunque podamos intuir una inexistencia, un vacío, una nada, ni siquiera eso, como la que nos precede antes de que fuéramos arrojados al mundo. Reflexionar sobre la muerte es hacerlo en cierto modo sobre la vida y sus límites. Algo de ello apreciamos en el documental grabado apenas un par de semanas antes de que desapareciera el cantante Pau Donés.

Si bien contábamos con testimonios del grado de libertad con el que acostumbraba a vivir, pocas veces, quizá nunca, lo hemos escuchado expresarse con tanta libertad, con tanta sinceridad, a pesar de que por momentos tiene serias dificultades para articular las palabras por el estado de devastación de su cuerpo. Me pregunto hasta qué punto ese grado de sinceridad y libertad son disociables de la proximidad de la muerte. El ser humano es “el animal mortal” por el hecho, absolutamente decisivo acerca de cómo llega a vivir, de ser consciente de su finitud; pero raras veces parecemos plenamente conscientes de ello.

En 2015 le diagnosticaron a Pau Donés un cáncer con el que ha convivido durante cinco años. Unas semanas antes de morir llamó a su amigo Jordi Evolé desde el hospital, y le dijo: “Me quedan muy poquitos días de vida y quiero pasarlos en mi casa del Valle del Arán. Me gustaría que subieras, pudiéramos tener una charla, que la grabes y que hagas con ella lo que quieras”. Precisamente es lo que hacen. Al comienzo del documental vemos un coche por la carretera de camino hacia el Valle del Arán. Todavía no está él. Escuchamos la voz ya casi familiar de Jordi Evolé hablando por teléfono sobre cómo puede encontrarlo con la médica que ha tratado al cantante. Se perciben cambios de tiempo durante el trayecto. Como el destino, imprevisibles.

Una vez llega a su casa del Valle del Arán, hermoso paisaje donde nació y creció, y donde ha elegido acabar sus días rodeado de la familia y de algunos seres queridos, se sientan a conversar y el periodista, acaso más nervioso que él, no sabe por dónde empezar. No obstante, poco a poco van abordando temas esenciales. Sin llegar al arrepentimiento, reconoce errores, como no haber pasado más tiempo junto a su hija. Cree en la familia, pero no en la pareja, “cementerio del amor”. Hablan del suicidio de su madre, que le ponía música y a la vez padecía una tendencia depresiva. Terminó suicidándose, algo que le cambió su vida siendo muy joven. Aunque se muestra comprensivo, nada resentido, no es partidario del suicidio, quizá por ser un acto en el que no se considera a los otros.

Admiramos la firmeza sin patetismo y la sabiduría no exenta de humor con la que afronta la muerte, pero, como es natural, Pau Donés manifiesta algunas contradicciones entre el deseo de haber hecho o querer seguir haciendo y no disponer ya de tiempo. En la entrevista se entrevé que uno de sus anhelos profundos es ser reconocido como un músico entre los creadores de música. Tengo para mí que no fue un destacado innovador de este arte. Pero un músico, como cualquier profesional, por encima de ello es antes una persona o aspira a serlo. Y Pau Donés muestra altos valores que lo acreditan sin duda: “Ahora lloro todo el rato”, confiesa. “Me encanta llorar. Cuando doy un abrazo digo, ¿con lloro o sin lloro?”.

Sin embargo sus melodías y letras sencillas y contagiosas conectan con un público más amplio que las composiciones de otros músicos más innovadores. ¿Es su vitalidad lo que transmite su música, su singular forma de ver y afirmar la vida? Es posible. En esta última entrevista pública, Eso que tú me das, transmite una honda humanidad al filo de la muerte. No me siento desolado escuchándolo; me reconforta pensar que ha vivido como ha querido, bastante más de lo que conseguimos la mayoría de los humanos. Y ese es un privilegio de la fortuna, de la inteligencia, de su forma de de ser.

Paradójicamente, la entrevista transmite un hondo vitalismo. Durante buena parte de la vida se diría que no estamos suficientemente presentes. De manera física, sí, pero de la forma que realmente importa, no. El sentido de la vida, si se encuentra en alguna parte, y no exento de sin sentido, está en cómo vivimos. Una cuestión que es antropológica, pero al mismo tiempo estética, ética y política.

No esperen un documental desde un punto de vista audiovisual experimental e innovador. En cambio, si quieren ver un retrato humano, profundamente humano y por momentos francamente lúcido de Pau Donés, vayan a ver Eso que tú me das. “Eso que tú me das” es el título de su último éxito musical. Es una canción dedicada y dirigida a su hija. Con su sencillez y su maravillosa ambigüedad, “eso que tú me das” puede dirigirse al mismo tiempo al ser amado, a cada ser amado, incluso a la vida. Es, pues, el título elegido para este documental. Para mí es su último canto a la vida, y lo entona tal como merece el acto de donación gratuita que recibimos al nacer sin haberlo elegido, agradeciéndola: “Gracias a la vida, que me ha dado tanto…”.

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Sebastián Gámez Millán

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