Pudieran ser poemas – I
***
Roma maldita
No paseé por Roma encadenada.
No la cubrí con mis pasos,
ni fijé en la memoria su silueta.
No atendí su música,
ni aprendí a manejarme con sus palabras.
No visité diligente las iglesias,
ni crucé el río que todo lo lleva
hasta el Trastevere, altar
de católica vida en la tierra.
No ascendí rendida
al homenaje a un rey
y a otra patria inventada
con bandera, himno coral
y emociones de quimera.
No rodeé la Fontana
como una mujer hermosa
abocada al goce en religiosa pureza.
No hubo placer que me abordara.
No encontré el Coliseo sin tramoya
y sin murallas disciplinadas y mudas
a la espera del fúnebre cortejo.
No hubo milagro del bien y la verdad
en la Sixtina. Ni Pietà que me salvara
del hurto de la fe en San Pedro.
Extinguido el sol
sentí resquebrajarse
hasta la última de las esferas.
Hacia el Castello miré
cuando Tosca cantaba.
Escuché su voz preguntar
por qué, por qué a ella,
por qué a mí, por qué a todas
nos encuentra un Scarpia.
Sumisión, muerte o rebeldía
gritaban los estorninos sobre el Tíber.
Roma maldita era una tumba abierta
para enterrar el amor sin ceremonia
en la sinagoga de los expulsados.
Oficié con sangre y sal
ante el cadáver descubierto.
Cubierta de cenizas y vergüenza
abrí la puerta de nuestra casa.
***
Dialéctica incompleta
Opone al lirismo de la confesión
la densidad de la imagen
y al pensar inerme
lo humano contraído por fundamento.
Quiere no querer,
pero desea.
Feroz recorre con palabras
los contornos de la paz que anhela.
Y vuelca su mortal destello
sobre un lienzo violeta.
***
Receta para el olvido rápido
Tómese un acontecimiento cualquiera,
no importa.
Déjelo reposar un año o meses,
a discreción.
Procure que sea en lugar seco y frío,
sin amor.
Mírelo de tanto en tanto en la distancia,
de reojo.
Llévelo consigo en ocasiones varias,
al azar.
Evite siempre las miradas ajenas,
por si acaso.
Sobre todo, que no le toque la luz
de las tardes de mayo.
Pasado un tiempo, tómelo entre los dedos
como un pétalo ajado.
Y guárdelo en un ánfora muy antigua
decorada con faunos.
Dance furiosamente a su alrededor
y láncelo.
Láncelo al infierno.
***
Con la música de fondo
I
Mandolinas suenan a Vivaldi
y el papel blanco me espera.
Lápiz en mano dispuesta
acometo este poema.
Ante la mesa vacía,
con las velas apagadas,
sin desorden de los libros
y hasta con ventilador,
transmutaciones intento
de fehacientes correlatos
en comunes sentimientos.
Para un modesto ejercicio
convertido en evidencia
de no ser ama ni dueña
de la palabra que habito.
[Este poema exige un comentario. Fue escrito hace más de seis años, en el verano en el que fui a Grecia y que fue el verano de la desidia y la separación, en ese orden. La primera profesora de poesía que lo leyó, lo elogió. La segunda profesora de poesía que lo leyó, lo calificó más o menos que de fiasco. Mi inseguridad era tremenda por aquel entonces y me olvidé de él y de casi todos los demás poemas que había escrito. La conclusión que arroja esta experiencia, teniendo en cuenta que la primera publica casi cada diez años y la segunda cada dos por tres, es que no he nacido para triunfar, pero sí para escribir.]
II
Comprende el cuarteto de cuerda el rumor
de un abismo con sus cuerdas traspasado.
Cuarteto número 6 en la mayor,
con sencilla claridad, desesperado.
Puede que no exista la forma perfecta
y escuche sólo lo que las cosas son.
Muerto Platón en poética reyerta,
quedará Shostakovich sin diapasón.
[Дмитрий Дмитриевич [Dmitri Dmítrievich Shostakóvich] – Струнный квартет № 6 Соль мажор, соч. 101- II – Moderato con moto [in G major, Op. 101 – II – Moderato con moto – Квартет имени Бородина – Borodin String Quartet]
III
Estoy con Brahms
y Brahms está conmigo.
A tempos ajenos, andante
moderato sin abrigo,
sin allegro.
Vive mientras
muero
y muerto vive
lejos
de la cárcel y los hierros
del inarmónico dogma posmoderno.
Teresa de Jesús y Brahms acuden en mi ayuda: la una describe mi vida, el otro la sostiene.
***
Dolores Alcántara Madrid