RICARDO Y LA TRINIDAD
DE LOS ARCHIVOS DE CLAUDIA PRÓCULA
(Manuscrito “Petronio”, Primera parte, s. XXI).
“Nadie va solo –eso es una abstracción-,
va acompañado del otro, sin el cual no podría hablar”.
María Zambrano. Notas de un método, II, 2.
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Cópula de Típulas
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Estimada Consejera, Sra. Claudia:
Nos llamamos Ricardo; por convención, mayormente, y para disimular. En la intimidad, nos nombramos Zumo & Ariku… Mucho antes de leer al escocés Hume, gran jugador de billar a tres bandas, ya sospechaba uno de los que soy, Zumo, que la continuidad de la conciencia es una ilusión de la memoria y de la imaginación; el Yo, un sueño de ciegas pasiones; la constancia de la identidad, una añagaza de los genes egoístas, que sólo buscan replicarse, ¡a saber por qué y para qué!… Y antes de leer a Jung, enorme heresiarca del Psicoanálisis, ya se recelaba otro de los que soy, este más místico que el anterior, Ariku, que en nuestra mente compiten diversas instancias para hacerse con el control, complejos de emociones y aspiraciones que no se llevan bien, como repúblicas vecinas y escenarios hostiles.
Sospeché durante la adolescencia que tenía más de una personalidad, aunque nunca me tuve por loco, ni por lo que llaman “bipolar”, ni por maniático o esquizoide. Lo pensábamos como un don y, más que como una enfermedad, tal que una gracia divina. Nunca estábamos solos Zumo & Ariku, o sea, nunca estaba solo Ricardo, esa Trinidad a imagen y semejanza del Creador. El orientador del colegio sospechó mi “don de gentes”, mi poliethía, si me permite el neologismo, y haciéndose el gracioso me soltó que la “aborrescencia” consiste precisamente en eso: no tener tronco definido y crecer como la hiedra, contra el muro de la autoridad y, a veces, contra los propios tallos. Me animó a poner mis cuitas por escrito. Guardo el texto…
MI DIVERSA PLURALIDAD…
Mi otra personalidad [todavía no la había bautizado Ariku] razona bien y al mismo tiempo se conmueve fácil e intensamente. Cuando manda, sus movimientos se vuelven imprecisos. Disminuye el equilibrio físico. ¡Dios mío, si no hay un equilibrio entre pasiones, uno de los caballos del carro del alma se desboca! Pero no creo que la ira tenga mucho poder en esta segunda personalidad, un caballo díscolo dominado sobre todo por la lujuria y el miedo. Las actividades artísticas o intelectuales se demoran, o más diría que languidecen. ¿O es el tiempo el que pasa más lentamente? En este caso, NOSOTROS tenemos varias edades porque vivimos a diferente ritmo. Esta personalidad respira fácil y pausadamente [la de Ariku], pero la vida emocional se intensifica a costa de la intelectual. Esta segunda personalidad ha de tener cuidado porque en un mundo en el que todo brilla fácil se confunden plata y hojalata.
[Habla Zumo]: Me concentro…, pero, si me disperso, entonces me resulta difícil recuperar el hilo. Más todavía si, como es también natural en la otra personalidad, se propende a la digresión incesante, atraído por una divagación fértil. La segunda personalidad [Ariku] es más propensa al discurso del corazón, a comprender frases entrañables como la de @noratxa: ‘No podemos obligar a nadie a ver aquello para lo que no está preparado’ o ‘Entre el consciente y el inconsciente hay un ser infinito’…
En fin, Claudia, el caso es que una de mis personalidades, la más pasiva y mística, se ha enamorado de una rubia gordita, cariñosa y sensual. Una chica inteligente, pero a la que importa más la cesta de frutas con que se coronará en la próxima boda, que la relevancia histórica de la Crítica del Juicio de Kant. ¡Tenemos un problema! Porque el yo más cerebral, por decirlo así, desprecia los requiebros de “La teñida” (así llama Zumo con desdén a la rubia), mientras que Ariku, el yo cordial y apetitivo, la adora con justificable concupiscencia. Precisamente porque X, la rubia amable, está pendiente de las pequeñas cosas, se cuida del entorno y de los prójimos…
Zumo quiere romper con X. Ariku, suplicarle el matrimonio. Y no dormimos. Zumo propone el ajedrez para los insomnios, Ariku juega sin interés y pierde. Habla sobre todo Zumo, palabras, palabras, palabras. Ariku calla y sufre la ausencia de X…
RESPUESTA
Yo a Ricardo lo veo muy solo. El yo no tiene libertad, sino que es libertad, y usted tiene su capacidad de decisión bloqueada, dividida. Una sola libertad ya angustia, ¡tres, son demasiadas! Más todavía si son incapaces de ponerse de acuerdo.
Su inacción es preocupante, únicamente en la acción se pueden responder –al menos provisionalmente- las verdaderas preguntas de la vida. Desde la responsabilidad de nuestro existir. ¿No se verá enquistado en la pluralidad porque teme la angustia de la responsabilidad? Si Ariku decide, Zumo ya no es culpable, y viceversa. ¿Y Ricardo, qué? ¿No invocará usted, Ricardo, a cualquiera de esos dos complejos temperamentales como chivos expiatorios de sus equivocaciones, de sus indecisiones?
Peligrosa tarea es para el espíritu observarse y reflejarse a sí mismo. Si nos ensimismamos demasiado, atontados nos hipnotizará el caleidoscopio de un espejo roto. Me parece usted demasiado dependiente de la cultura postmoderna de la simulación. Y, sin embargo, un solo momento de plenitud podría dar unidad y consistencia a sus dos o tres temperamentos, un solo momento de exaltación personal podría dar sentido único a toda su memoria. Todo lo que se realiza se perpetúa y ninguna voluntad se pierde. Apostemos a esa esperanza.
Ricardo debe librarse de Zumo y de Ariku, pero no destruyéndolos, sino integrándolos. Tal vez X pueda resultar un buen detonante para una implosión exitosa, para una reunificación de las potencias anímicas que ahora parecen enfrentarse, aunque muy caballerosamente, eso sí, si juegan al ajedrez en noches perdidas para el sueño reparador.
Todos estamos peleados con nuestras pasiones. Esa tensión nos constituye. Tal vez el yo unitario sea una ilusión como dice la teoría, pero es la realidad más básica de la experiencia vivida. Es el yo, es el alma, la que sufre por tener cuerpo. Es el yo, es la libertad, la que lamenta la férrea determinación de las circunstancia, tan irrevocable como la gravedad.
Le diré que una pareja es resultado de múltiples adaptaciones entre dos personas: morales, sentimentales, eróticas… ¡Imagínese el problema de conciliar a cuatro personas! Cada uno de nosotros es complejo y múltiple. Si a usted eso no le asusta, a mí, ni me sorprende. Así que, en cualquier caso, Ricardo, Zumo, Ariku y la señorita X deberán fundar cualquier acuerdo, matrimonial, amistoso, o de otro tipo, sobre la complejidad.
Reconocerá que en cada acción propiamente humana subyace un fondo de misterio. Sólo Dios conoce el idioma de los arcanos del corazón. Por lo tanto, no juzgue y no será juzgado. La indulgencia bien entendida empieza por uno mismo, y usted se debe una triple indulgencia, o cuádruple si contamos a la señorita X, que tal vez haya sido consagrada por el destino para redimirle a usted de la dispersión, con sus generosos abrazos.
En realidad, su manía no es tan singular como supone. Puede que la fragmentación sea la especie postmoderna de la alienación. El yo múltiple, una consecuencia de la disgregación de la vida virtual por los monitores. Nuestra presencia se distribuye sin querer en diversidad de iconos, y de iconos de iconos. Esas ventanas del ordenador ofrecen una metáfora poderosa para pensar el yo como un sistema distribuido que funciona interpretando diferentes papeles en escenarios distintos. Al menos una de sus personalidades todavía parece tener cuerpo y querer disfrutar de él. Dele cancha a Ariku; ya sabe…, “razones del corazón”.
Si Zumo habla y Ariku escucha, no sé de qué se queja, Ricardo. Deje que Zumo hable y que Ariku se acueste con la rubia. Entonces haga como que escucha, pero ¡ni caso! Creo que Ricardo disfrutará. Puede que el yo y la inteligencia emerjan como un meta-relato de subprogramas sinápticos, ¿y qué? El yo es un cuento, una memoria imaginada, una biografía, ¿y qué? ¿Son por eso menos eficaces los cuentos? Ellos contienen la auténtica sabiduría hablándonos del bien y del mal, del principio y del final.
Haga como esos cojos a los que no se les nota la cojera bailando. Y recuerde, los huevos se rompen más fácil desde dentro. Salga de su ensimismamiento, brote a la madurez con tres personalidades distintas pero un solo personaje verdadero, como esas plantas con tres raíces profundas de las que surge un solo tallo en que al final luce el incomparable espectáculo de una flor que encanta a las abejas. Halle sentido a la vida unificando su diversidad bajo el dulce yugo del amor y ofrézcalo como un delta ofrece sus aguas al océano.
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José Biedma López, La Asperilla, estío del 2018
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Notas